martes, 19 de mayo de 2015

LA MUERTE, LOS NIÑOS, Y SU FORMA DE DUELO. (5)




Muchas veces he escuchado en mi consultorio a algún adulto consultando sobre cómo hablar de la muerte con los niños. Si se debe decir o no la verdad, cómo decirla, y si conviene que asistan o no al funeral de la persona ausente.

La verdad es que no existen recetas universales, tampoco mágicas, no hay una mejor que otra, una que alivie mejor el dolor o que dé mayor tranquilidad o de una manera mas efectiva. Lo cierto es que la respuesta será encontrada en el grupo familiar teniendo en cuenta la singularidad del niño, y las creencias de la propia familia.

Sin embargo existen generalidades que por supuesto con algunas variantes podrán ser aplicables a la mayoría de los casos como por ejemplo, la duración del duelo en el niño. Éste va a variar y va a depender mucho del apoyo que reciba. Así como también el modo en que el niño haya aprendido a resolver los cambios que se le fueron presentando a lo largo de su vida; o simplemente al tener que hacer una elección donde de algún modo para ganar algo debió abandonar alguna otra cosa.

Resolver el duelo en los niños (al igual que en los adultos) es muy importante.

Con respecto a si el niño debe o no asistir al funeral, como decía, no existen reglas universales. Especialmente porque todo dependerá de la singularidad de cada niño y de sus expectativas. De todos modos no olvidemos que los rituales forman una parte importante en este proceso, porque de alguna forma ayudan a la elaboración y al trabajo de duelo.

Desde mi punto de vista considero apropiado que el niño asista a la ceremonia siempre y cuando él así lo desee. No nos olvidemos que evadir la verdad aumenta la fantasía y puede adquirir proporciones gigantescas o con un tinte terrorífico, especialmente en los niños. 

El trabajo de duelo en los niños es similar al de los adultos, sobre todo cuando el niño entiende de qué se trata la muerte, y con ello, su irreversibilidad. En relación a este punto cada familia sabrá cual es la explicación mas apropiada para dar y teniendo en cuenta sus creencias determinará cómo y cuánto desea decir.

Al igual que en las personas mayores el trabajo de duelo en los niños irá pasando por diferentes instancias.

La primera es de shock, de protesta, de llanto. Es una etapa de negación. El niño llora y no acepta que la persona que ha muerto no va a regresar. Esto es así aun cuando el niño sepa de la irreversibilidad de la muerte.
La segunda es en la que se comienza a sentir la desesperanza, comprende que la persona fallecida no va a volver por lo que habrá que ser en este momento muy contenedor con el niño, y permitir que se exprese, cada vez que él lo considere necesario. Tengamos en cuenta que el que no hable no va a aliviar su dolor por el contrario sólo poder expresarse irá permitiéndole desinvestir de afecto ese objeto de amor, ahora perdido.
La tercera instancia, de aceptación, el niño empieza a tomar distancia, a soltar el lazo y comience a interesarse por los otros que lo rodean. 

A la hora de responder las preguntas de un niño, tengamos en cuenta que la verdad siempre es menos dolorosa que la mentira, y además, mucho más eficaz. 

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Stella Maris Riera - Psicoanalista - Universidad de Bs. As.
Atención del Niño y su Familia
Atención individual del Adolescente y del Adulto
Dirección de correo electrónico: lic.smriera@yahoo.com.ar

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