jueves, 28 de mayo de 2015

Los Niños, La Muerte, y El Pensamiento Mágico


-“Cuando mi abuelo se murió hizo fiuuuuuuuuuuuuu!!! y se fue al cielo, como Súperman”-. Esa fue la mejor explicación  que encontró la niña de tres años para responder la pregunta que minutos antes le formulara su primo de aproximadamente la misma edad. No hubo discusiones, pero sí recuerdo que otro niño que se encontraba con ellos preguntó -“y están todos juntos en una misma nube, o cada uno tiene la suya?”-
Este tipo de reflexiones y razonamientos, característico en los niños entre los tres y los seis años corresponde al período del desarrollo infantil, en el que predomina lo que conocemos como “pensamiento mágico”. Tiene una lógica propia y la misma es en función de lo que a los niños les interesa.
Son creativos e imaginativos: un simple trozo de madera puesto en sus manos, puede transformarse en un avión que levanta vuelo, y ellos mismos con una tela colgando sobre su espalda se convierten en el súper héroe preferido.
La fantasía se mezcla con la realidad: por eso tantas veces se enojan cuando pretenden volver a ver su serie favorita en la televisión y no aparece. Si quiere algo, ese algo debe aparecer y ya. Para ellos lo que desean es “simplemente posible”, no cabe duda de ello.
El niño en su juego recrea situaciones: a veces inventa, otras imita. Transforma su entorno y a la vez, se transforma a sí mismo. Y en ese movimiento, crece a la vez que madura.
Jugar con los hijos suele resultar encantador… por un rato viajar con ellos “hasta el infinito y más allá!!!” es una experiencia maravillosa para ellos y para el adulto mismo.
Sin embargo resulta prioritario, además, hacerse de un tiempo, por fuera del juego, donde con palabras y fundamentos que puedan comprender, acordes a su edad, explicarles que no todo es posible y que existe una diferencia entre fantasía y realidad. Acompañar el crecimiento de los niños, implica acompañar también su desarrollo y su maduración. Si ésto sucede, la función que como adultos responsables asumimos al ser padres, la habremos cumplido.
Stella Maris Riera - Psicoanalista - Universidad de Bs. As.
Atención del Niño y su Familia
Atención individual del Adolescente y del Adulto
Dirección de correo electrónico: lic.smriera@yahoo.com.ar




martes, 26 de mayo de 2015

Ausencia de Mí

cronicadeunatraicion.wordpress.com


Los escucho. Preparan sus quehaceres, comparten su charla. El sonido de los cacharros, en la cocina, me trae imágenes conocidas. Sus lenguas relamen los huevos recién fritos y las papas doradas en su punto justo. Su vida cotidiana transcurre sin mí. Mi mente (morbosa) disfruta su risa, y en mi inminente ausencia me siento triste.

Stella Maris Riera - Argentina (1958) Psicoanalista, Contadora de Historias



martes, 19 de mayo de 2015

Otro Tipo de Duelos - El paso por los Ciclos Vitales (4)


Infancia, pubertad, adolescencia, adultez, y vejez son los ciclos vitales que todo sujeto atraviesa a lo largo de su desarrollo. 

Crecer implica ir pasando por diferentes etapas y aunque sabemos que es natural, transitarlas y pasar de una a otra, conlleva un importante trabajo no sólo orgánico sino también psíquico.

Dejar de ser niño para ser adolescente, luego adulto, más tarde, si la salud nos acompaña viejos, hace poner en juego la subjetividad de cada persona en el medio de las grandes generalidades.  

Sólo a modo de ejemplo tomaré el paso a la adolescencia: en él, conductas, modos de expresión y estados de ánimo se alteran, el hacer y el decir se modifica, y la necesidad de crecer se profundiza en un intenso "a solas" (si lo sabrán los papás cierto?) Habrá cambios individuales que a la vez producirán cambios, también, e inevitablemente, en el entorno. Algunos serán producidos por el devenir natural, biológico y fisiológico del proceso de desarrollo (en él la voluntad del sujeto poco cuenta). Por supuesto también estarán los otros cambios, se trata de las propias elecciones, las decisiones de cada uno en particular, el cómo quiero ser, verme y que me vean, en qué lugar quiero estar, en cuál pretendo que me ubiquen. Surgirán preguntas, algunas de fácil respuesta, otras, casi dilemas eternos que darán lugar a largas horas de introspección y en el mejor de los casos de charlas compartidas con padres y amigos. 

Es decir, los ciclos vitales implican nuevas adquisiciones, pero también, pérdidas, con lo cual, indefectiblemente, el sujeto tendrá que atravesar duelos,  sólo que estos duelos son saludables y esperables...  en la medida que advenga una nueva imagen, diferentes propósitos, otros intereses, proyectos y sueños, los antiguos quedarán atrás, perderán su lugar de privilegio. Algunos serán abandonados, otros tal vez sean incorporados ocupando otros lugares en relación a lo nuevo y pasen a formar parte, ahora agiornados, un nuevo presente con este enfoque diferente que le dará la maduración. 

Se tratará entonces de afrontar el duelo de aquello que se deja atrás, a beneficio de seguir avanzando. 

El modo como se hayan atravesado estas instancias de ganancia y pérdida será de suma importancia. El par “presencia-ausencia” se jugará en estas instancias y el modo como se lo procese es el que dejará huella a lo largo de toda nuestra vida. 

De esta forma, me gusta pensar que el desarrollo sería algo así como la preparación para otros momentos, donde nuevamente se presenten circunstancias de pérdidas (ahora ya me refiero a la muerte de un ser querido, la pérdida de un ideal, etc). 

En síntesis: la cuestión es que si hemos vivido con naturalidad estos procesos, si hemos comprendido la importancia de soltar para dejar espacio a lo nuevo, probablemente, cuando nos encontremos con este otro tipo de pérdidas lo recordemos, (seguramente nuestro inconsciente lo recuerde...) y los duelos a los que tengamos que enfrentarnos puedan ser, al menos, saludables. 



Stella Maris Riera - Psicoanalista - Universidad de Bs. As.
Atención del Niño y su Familia
Atención individual del Adolescente y del Adulto
Dirección de correo electrónico: lic.smriera@yahoo.com.ar

LA MUERTE, LOS NIÑOS, Y SU FORMA DE DUELO. (5)




Muchas veces he escuchado en mi consultorio a algún adulto consultando sobre cómo hablar de la muerte con los niños. Si se debe decir o no la verdad, cómo decirla, y si conviene que asistan o no al funeral de la persona ausente.

La verdad es que no existen recetas universales, tampoco mágicas, no hay una mejor que otra, una que alivie mejor el dolor o que dé mayor tranquilidad o de una manera mas efectiva. Lo cierto es que la respuesta será encontrada en el grupo familiar teniendo en cuenta la singularidad del niño, y las creencias de la propia familia.

Sin embargo existen generalidades que por supuesto con algunas variantes podrán ser aplicables a la mayoría de los casos como por ejemplo, la duración del duelo en el niño. Éste va a variar y va a depender mucho del apoyo que reciba. Así como también el modo en que el niño haya aprendido a resolver los cambios que se le fueron presentando a lo largo de su vida; o simplemente al tener que hacer una elección donde de algún modo para ganar algo debió abandonar alguna otra cosa.

Resolver el duelo en los niños (al igual que en los adultos) es muy importante.

Con respecto a si el niño debe o no asistir al funeral, como decía, no existen reglas universales. Especialmente porque todo dependerá de la singularidad de cada niño y de sus expectativas. De todos modos no olvidemos que los rituales forman una parte importante en este proceso, porque de alguna forma ayudan a la elaboración y al trabajo de duelo.

Desde mi punto de vista considero apropiado que el niño asista a la ceremonia siempre y cuando él así lo desee. No nos olvidemos que evadir la verdad aumenta la fantasía y puede adquirir proporciones gigantescas o con un tinte terrorífico, especialmente en los niños. 

El trabajo de duelo en los niños es similar al de los adultos, sobre todo cuando el niño entiende de qué se trata la muerte, y con ello, su irreversibilidad. En relación a este punto cada familia sabrá cual es la explicación mas apropiada para dar y teniendo en cuenta sus creencias determinará cómo y cuánto desea decir.

Al igual que en las personas mayores el trabajo de duelo en los niños irá pasando por diferentes instancias.

La primera es de shock, de protesta, de llanto. Es una etapa de negación. El niño llora y no acepta que la persona que ha muerto no va a regresar. Esto es así aun cuando el niño sepa de la irreversibilidad de la muerte.
La segunda es en la que se comienza a sentir la desesperanza, comprende que la persona fallecida no va a volver por lo que habrá que ser en este momento muy contenedor con el niño, y permitir que se exprese, cada vez que él lo considere necesario. Tengamos en cuenta que el que no hable no va a aliviar su dolor por el contrario sólo poder expresarse irá permitiéndole desinvestir de afecto ese objeto de amor, ahora perdido.
La tercera instancia, de aceptación, el niño empieza a tomar distancia, a soltar el lazo y comience a interesarse por los otros que lo rodean. 

A la hora de responder las preguntas de un niño, tengamos en cuenta que la verdad siempre es menos dolorosa que la mentira, y además, mucho más eficaz. 

Añadir leyenda


Stella Maris Riera - Psicoanalista - Universidad de Bs. As.
Atención del Niño y su Familia
Atención individual del Adolescente y del Adulto
Dirección de correo electrónico: lic.smriera@yahoo.com.ar

DUELO PATOLÓGICO (3)



Acaecida una pérdida, el tiempo es la primer característica a considerar para pensar un duelo como normal o patológico. Tomamos como tiempo relativamente aceptable un año y medio o dos aproximadamente. En relación a ésto entonces podemos considerarlo patológico cuando se dan las siguientes manifestaciones:

Retraso en el comienzo del período de duelo o que el mismo sea, extremadamente duradero (dos años o más). También se considera no esperable la ausencia del mismo, o la aparición de ideas suicidas o la identificación con la persona ausente.

Las pérdidas repentinas debidas a accidentes, o situaciones de catástrofe pueden provocar que los duelos devengan en no saludables. El estado de sorpresa, hace que el sujeto no disponga del tiempo necesario para "hacerse a la idea" de la pérdida que va a tener que atravesar.

La forma en que cada uno vaya atravesando los duelos tendrá que ver fundamentalmente con su propia historia.
Todos a lo largo de la vida vamos abandonando posiciones para asumir otras nuevas. Así pasa cuando pasamos de la infancia a la adolescencia, de la adolescencia a la adultez, etc. Aunque estas son crisis evolutivas normales el modo en que las vayamos resignando marcarán nuestro modo de reacción ante las situaciones de abandono o pérdida.

Aunque las situaciones sean nuevas y la vida constantemente esté sorprendiéndonos, nuestros modos de reacción y vínculo se repetirán una y otra vez a modo de patrones.

Podemos corrernos, podemos modificarlos. Y aunque con un camino largo, el resultado será una vida mejor. 

La diferencia entre la salud y la enfermedad está en nuestras manos.

Sólo tenemos que tomar la decisión y trabajar de forma incesante, sin prisa pero sin pausa, para poder sostenerla.

Añadir leyenda


Stella Maris Riera - Psicoanalista - Universidad de Bs. As.
Atención del Niño y su Familia
Atención individual del Adolescente y del Adulto
Dirección de correo electrónico: lic.smriera@yahoo.com.ar
  

El duelo y sus tiempos. (2)

"Duelo Interno"


Los duelos en sí mismos comprenden un proceso, por tal razón, también comprenden diferentes tiempos.

A modo ilustrativo podemos diferenciarlos del siguiente modo
Un primer tiempo que se corresponde con un momento de shock. Tiempo en que se produce el suceso traumático en el se pierde el objeto de amor, entendiéndose por objeto aquello a donde va dirigida nuestra libido, aquello que hemos investido con una carga de afecto, ya sea que se trate de una persona, un ideal o algo mas abstracto aun.
Un segundo tiempo que se da cuando se produce la introversión de la libido. Momento de recogimiento, introspección, tristeza. Se trata de intentar elaborar la pérdida. Pero puede pasar que la tristeza se transforme en sufrimiento, con lo cual el trabajo de duelo se hará  más largo y más difícil de llevar a cabo.
Un tercer tiempo en el que la libido deviene libre, entonces puede dirigirse hacia otros objetos.

¿Qué pasó con el objeto perdido? ¿Ya no se recuerda?

De ningún modo. No se trata de olvidar, pero por decirlo de una manera sencilla, irá doliendo cada vez un poco menos, y cuando menos lo imaginemos lo habremos dejado ir.


Añadir leyenda
Stella Maris Riera - Psicoanalista - Universidad de Bs. As.
Atención del Niño y su Familia
Atención individual del Adolescente y del Adulto
Dirección de correo electrónico: lic.smriera@yahoo.com.ar

LAS PÉRDIDAS Y SUS DUELOS (1)

"Duelo Interno"
Nayeli Georgina - Artista Mexicana
Nayeli Georgina Morán Alvarado


Duelo: en alemán “Trauer” define tanto al afecto penoso, como a su manifestación exterior.
Muchas veces suele confundirse el estado anímico del duelo con los estados a los que Sigmund Freud llamó “melancólicos” y a los que él mismo se esforzó particularmente en diferenciar. 
Algunas aclaraciones ayudarán a no confundir el duelo con lo que Freud denominó melancolía.
Básicamente existen dos razones que los diferencian a saber:
1- el duelo no es un estado, sino un proceso: se sabe que en tiempo y forma la tristeza se irá superando, que no se debe suspender, ni impedir el proceso de duelo, sino por el contrario, cooperar para que sea transitado  
2- el duelo no es patológico: (al menos no debería serlo) el duelo llamado "normal" es un momento saludable y esperable luego de una pérdida.
Sin embargo, ambos comparten algunas características:
1- pérdida del interés por el mundo exterior; 
2- disminución o pérdida de la capacidad de amar; 
3- disminución o inhibición de la producción personal; 
4- autorreproches 
5- expectativa de castigo. 
Es importante destacar que es tan perturbador inhibir el  duelo, transitarlo de forma tardía, así como también extender su proceso más allá del tiempo considerado habitual. Será en estos casos que sí se recomienda consultar con un profesional.
Hay algo sencillo que puede resultar de ayuda a la hora de decidir (o no) hacer dicha consulta y es lo siguiente: una cosa es estar triste,  y otra muy distinta es sufrir.
Por eso, como tantas veces el diccionario viene a socorrernos:
Se define TRISTEZA al sentimiento de dolor anímico, producido por un suceso desfavorable, que suele manifestarse con un estado de ánimo pesimista, y la insatisfacción y la tendencia al llanto. 
En cuanto el SUFRIMIENTO es la sensación motivada por cualquier condición, que someta al sistema nervioso al desgaste. El sufrimiento puede ocurrir tanto por causas físicas como emocionales (psicológicas). Existen cuatro causas de sufrimiento: temor, frustración, sometimiento, y falta de producción (poder hacer).
Por qué es tan difícil dejar de sufrir?
Simplemente porque en el sufrimiento hay lo que en psicoanálisis se denomina “goce”. Es este mismo goce que existe en el síntoma y que hace que la persona quede estancada en ese estado, que sí es patológico.
En síntesisFrente a una pérdida (sea de un ser querido, un ideal, un proyecto en el cual se haya puesto una gran carga de afecto) lo “normal”, esperable, saludable, es que la persona esté triste. Ante esta situación sólo hace falta contención, apoyo, y sobre todo, tiempo. Si este tiempo se hace muy prolongado (más de un año al menos) o si el duelo no se hace lugar (es decir, si el sujeto se siente como si nada hubiera ocurrido) entonces la consulta psicológica se hace imprescindible. 

Stella Maris Riera - Psicoanalista - Universidad de Bs. As.
Atención del Niño y su Familia
Atención individual del Adolescente y del Adulto
Dirección de correo electrónico: lic.smriera@yahoo.com.ar

martes, 12 de mayo de 2015

GrAcIaS !!!

Mención de Honor por participación en el Concurso Internacional de Poesía y Narrativa 
"La Carta Nunca Enviada"
Me siento feliz!