miércoles, 11 de abril de 2018

Acerca de la Sexualidad (2)



Pregunta una lectora:  Por qué a algunas personas les cuesta tanto aceptar la homosexualidad?

Esta fue una de las preguntas que surgió de la nota anterior “Acerca de la Sexualidad”
Para comenzar a pensarla, en principio me gustaría reformularla: Por qué a algunas personas les cuenta tanto aceptar las diferencias sexuales? O tal vez tendría que decir: por qué cuesta tanto aceptar las diferencias? O mejor aún, por qué cuesta tanto aceptar...?
Como saben, no soy de lxs que acostumbran a dar respuestas y por el contrario, me encantan los interrogantes. La vida misma lo es, y si partimos de esa base, si lográramos consensuar en que "no existe la verdad" sino que es posible que existan tantas verdades como personas somos, probablemente, entonces, comenzaríamos a encontrarle una punta a esa respuesta que estamos buscando.
Quiero decir: si yo no tengo la verdad, si no soy el/la dueñx de la razón, estaré más cerca de aceptar otras opiniones, posiciones, puntos de vista, modos de vivir, y también, entonces sí, la diversidad sexual.
Existe una palabra: “empatía”: Su definición reza: "participación afectiva de una persona en una realidad ajena a ella, generalmente en los sentimientos de otra persona". Yo prefiero decir que sencillamente consiste en la cualidad de sentir o acercarse al sentir de un otro.
El famoso ponerse en su lugar. No digo pensar como el otro, no digo comprenderlo, tampoco juzgarlo, digo, simplemente sentir. Ser su piel. (Suena visceral?! Lo siento, lo soy…no se me ocurre explicarlo de otro modo)
Hagamos un ejercicio: relajate, olvidate quien sos, qué hacés, la edad que tenés, y por un ratito, con ojos abiertos o cerrados, imaginate adolescente; estás en el patio de tu escuela, acaba de sonar el timbre y comenzó el recreo. No estás solx. Tus compañerxs te rodean, hablan, cuentan anécdotas, se ríen. No estás solx, tus amigxs hablan de chicos y chicas a los que querrían acercarse, hablan de ellxs, qué les gusta, cómo les gusta, qué sienten al respecto… Y de pronto, vos, que repito, no estás solx, te sentís más solx que nunca. (Porque vos, no hace mucho, comenzaste a sentir diferente a ellxs, vos, que siendo varón notaste transpirar tus manos o acelerarse a tu corazón cuando él se te acercaba, o vos, que siendo mujer te percibiste eufórica cuando ella te tocaba. Y entonces, repito, aunque no estás solx, te sentís inmensamente solx) Y aunque te morís por contarles cuál es tu chicx, no podés compartirlo, aunque te desborda la alegría de los primeros amores, te avergüenza sentirte, ¿saberte? diferente. Tenés miedo a la burla. No podés ni imaginar ser al que le pongan el mote del raro del colegio. Y repito, aunque rodeado de gente, estás solx.
-Lo sentiste? Lograste ponerte sus zapatos? Imaginar sus sueños? Vivir por unos instantes la incertidumbre del descubrimiento y con ello, su realidad?
Los sujetos somos (en parte) de donde venimos (ésto incluye a nuestras familias, y algo más amplio, nuestra cultura). El/la adolescente en su despertar sexual se escucha a sí mismo, pero ineludiblemente, escucha también al entorno. Y sin duda antes de lograr decir qué está sintiendo surgirán en él/ella el temor a ser rechazadx, a dejar de ser queridx, a ser excluídx.
Es que todos queremos “pertenecer”, queremos “ser parte”…
Nacimos con el destino de ser parte de algo mayor a nosotros mismos, que nos envuelva, nos contenga, nos sostenga, nos otorgue seguridad y confianza. Somos seres gregarios. Como tales deseamos vivir con otros, entre otros. En el grupo nos mimetizamos, somos todos igualitxs, nos gusta ser como ellxs, pensar igual, divertirnos con las mismas cosas. Nos creernos poderosxs. En el grupo, sentimos la ilusión que lo podemos todo. “Juntos se puede” cuántas veces habrás oído por ahí. Grupos scout, religiosos, de auto ayuda, o de cualquier índole, se abrazan en la ilusión de la homogeneidad Porque creyéndonos iguales, también nos creemos fuertes. Aceptarnos diferentes, en cambio, nos hace sentir vulnerables. Y quién quiere que lo sepan vulnerable?
Vivimos en una sociedad que nos manda ser idénticos, pensar igual, ser felices, perfectos.
Una sociedad donde al diferente se lo separa, se lo segrega, se lo excluye.
Al diferente se le teme (quien te dice, nos hace ver nuestras propias debilidades y después, qué hacemos con eso…)
En fin, me fui por las ramas… Quienes me conocen saben que era muy probable que me fuera por las ramas… porque como te dije, no tengo respuestas… ni cerradas, ni terminantes, ni absolutas para darte, pero me encanta pensar y compartirlo. Cuando pensamos juntos nos acercamos al otro, y si lo escuchamos, nos nutrimos con su pensamiento, con su forma de ver la vida, con su sentir. Y quién te dice, es muy probable, que un poco más conectado con ese otro, más próximos, empecemos a ponerle palabras a las respuestas. Tal vez palabras que ni imaginamos que alguna vez íbamos a pronunciar. Démonos tiempo. No olvidemos que más que los resultados valen los procesos, y que al final del camino probablemente no esté el final… o si… quién podría asegurarlo…
Mientras tanto, sigamos pensando juntos.
Contemplar la realidad es como mirar por un calidoscopio
A cada uno, la propia

Stella LaLic Psicoanalista
lic.smriera@yahoo.com.ar 


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