Sin rituales, sin responso, sin cajón donde aferrarme; sin
besos en la frente, sin flores, sin abrazos, te lloré.
Y en el minuto siguiente
de tu muerte, en un grito solitario, ahogado y mudo, con dolor y con enojo, me quedé.
Y entonces, para verte, levanté mi mirada, y estoy casi segura, aunque cueste creerlo, te encontré.
Y entonces, para verte, levanté mi mirada, y estoy casi segura, aunque cueste creerlo, te encontré.
Stella Maris Riera, Argentina (1958) - Psicoanalista - Contadora de Historias
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