martes, 12 de enero de 2016
La fuerza del llamado
Y el llamado se hizo intenso, tanto, que sonó a lamento. Su diminuto cuerpo emplumado fue puro instinto. Sobrevoló bajo, buscó el alimento adecuado (algo que sirviera para aplacar el hambre de su cría) Los barrenderos de la zona, parecía habían realizado bien su trabajo y, ese amanecer, en esa playa, no quedaban restos de reuniones, despilfarro, o algarabía alguna. En su vuelo, la acompañó el silencio, y en sus oídos sólo sonó la voz de sus pequeños, clamando por su ración diaria. Entonces no lo dudó. Tomó impulso, se elevó aún un poco más y luego, cayó en una imponente picada, que la abalanzó sobre su víctima, -un diminuto insecto que como tantos otros había comenzado a pasear su día-. Lo tomó en su pico (mientras se alejaba todavía sentía el vibrar de su aleteo cerca de sus ojos, seguramente pretendiendo ser visto, clamando ayuda, compasión). Pero la decisión había sido tomada. Sus hijos esperaban y ella acudiría a contenerlos a como diera lugar. No se sentía satisfecha (no era de las que se deleitaba con la victoria a cualquier precio). Pero como te dije, no pudo pensar, es que en sus oídos, sólo resonaba el piar de sus pequeños: ese llamado intenso, que a ella, le sonó a lamento.
Stella Maris Riera - Argentina (1958)
Psicoanalista - Oidora y Contadora de Historias
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De cuánto seríamos capaces por nuestros hijos? Cuál sería el límite? Lo hay? Tan subjetivo como real. Dejá tu comentario. Tu opinión me interesa.
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