miércoles, 29 de junio de 2016

Mi hijo no hace caso - La Clínica con Niños: La Torre de Hanoi Parte 2


ANECDOTARIO
Clínica con Niños – La Torre de Hanoi

Este niño que a partir de ahora llamaré Juan,  se dispone a “jugar” con la torre.
Escuchó la consigna, dijo haberla entendido, y va a comenzar. Está concentrado.
Los primeros tres discos los mueve “sabiendo” cuáles son los movimientos que debe realizar. Luego del cuarto disco, los movimientos comienzan a ser más, y menos efectivos. Continúa muy concentrado. Su atención está puesta sólo en su su próxima jugada. El silencio invade el consultorio. Comienza a ponerse inquieto (lo noto porque hace un movimiento repetitivo con su pierna, y se acomoda una vez y otra en el sillón, cada tanto, resopla “mostrándome” que está cansado). Sin embargo, persevera.
En ningún momento intenta abandonar el juego ni volver a empezar. Insiste. Los minutos pasan y los movimientos se vuelven confusos, ya no tienen la lógica con la que había comenzado en sus primeros tres. Intervengo preguntándole qué siente. Responde que nada. Está contrariado. (Yo estoy observándolo. Esto impide que haga trampa, que pueda, a su antojo, cambiar alguna regla –pero esto es solo una presunción-)
Ya pasó media hora desde que comenzó la sesión y la posibilidad de resolver la torre antes que termine su hora, se va alejando. Su inquietud se hace manifiesta.
Le comento que ya está por llegar su papá y que si le parece bien podemos dejar “el juego” en suspenso para terminarlo la semana próxima. (Cabe aclarar que en otras oportunidades y con otros juegos la ansiedad de este niño no habría permitido dejar algo inconcluso para terminarlo en otro momento) Pero esta vez, accede.
La torre queda apoyada a un costado suyo con seis discos ubicados de forma correcta. Entonces, se apoya sobre su espalda y sin mediar palabra, llora. Le pregunto por qué llora, si quiere hablar de lo que le pasa, pero no contesta. Suena el timbre (su papá está en la puerta, viene a buscarlo). Se levanta para irse y antes que lo haga, intervengo:

-Hoy fue un día importante, estuviste mucho tiempo intentando resolver la torre y aunque no llegaste al resultado que esperabas, insististe… y si… te enojaste un poquito, pero supiste controlar ese enojo. Eso es positivo. También te angustiaste. Se que te apena no haber logrado lo que esperabas… pero tenés que saber que en el juego como en la vida, no siempre se gana, que lo importante es lo que hacemos para alcanzar lo que queremos y que cuando algo no resulta como esperamos se puede pensar en otras formas de solución. Está bueno ser perseverante, pero a veces hay que reconocer que estamos equivocándonos, y tal vez, pensar en la posibilidad de cambiar el modo de actuar. A lo mejor haya que revisar lo que hicimos, y volver a comenzar, en lugar de insistir e insistir en lo que no nos permite avanzar. Si siempre hacemos lo mismo, siempre obtenemos el mismo resultado. De los errores también se aprende. Como en la vida ¿viste? –

Cuando Juan vuelve a la sesión siguiente la torre sigue en el mismo lugar que él la dejó Entra rápido (antes que yo llegue ya está de nuevo, intentando “resolver su problema”) Esta vez lo hace con movimientos seguros y más rápidos. No hay angustia ni enojo. Si hay dedicación y empeño. Llega hasta el disco 8. Termina su tiempo. Se va contento. (¿será que ha avanzado esta vez, un poquito más?) A la siguiente sesión la torre continúa en su lugar. Sólo faltan dos discos para alcanzar la meta propuesta. Pero esta vez Juan me pregunta si puede mostrarme un juego, que quiere hacer otra cosa. Le contesto que como él lo desee.
Juan saca su computadora de la mochila y pone un juego en el que “debe sortear obstáculos” y de este modo avanzar pasando pantallas. Lo hace una vez, pierde una vida. Vuelve a comenzar. Lo hace nuevamente. Pierde otra vez. Vuelve a comenzar y cuando lo hace comenta: esta vez voy a hacerlo de otra forma. Y avanza. Se lo hago notar – en el juego como en la vida no siempre se debe insistir en la misma forma de proceder, darse cuenta a tiempo del error, y cambiar te dejó llegar más lejos – Sonríe y comenta – la próxima vez termino la torre –

Y colorín colorado, este proceso, no se ha terminado…



Stella Maris Riera - Psicologa - UBA 


Mi hijo no hace caso - La Clínica con Niños: Torre de Hanoi (parte 1)


Un niño no llega a terapia, "lo traen". Un niño no demanda tratamiento, "lo hacen sus padres". Un niño no siente que tiene un problema, el problema "lo tiene su familia". Con lo cual, el trabajo con un niño no es tarea sencilla. Hay que generar un vínculo y con suerte, con el tiempo, su propia demanda.
Requiere de un largo e intenso proceso, donde el niño y también el terapeuta, irán buscando / encontrando, diferentes formas de acercamiento y comunicación.

Como muchos ya saben el juego es el medio privilegiado para transitar este camino que poco a poco nos irá llevando a alcanzar pequeñas metas.

Hoy quiero contarles acerca de un juego que en el ámbito de la clínica se transforma en una herramienta de evaluación y diagnóstico como tantas otras.

                                                     

Se trata de la conocida Torre de Hanoi: es un juego al tiempo que un test. 
Permite evaluar la función ejecutiva del niño. Esto se debe a que su resolución requiere de planificación, control y organización. Además se necesita pensar, perseverar, preveer movimientos.
Este juego, al igual que muchos otros, le permite al niño encontrarse con sus sentimientos y emociones tales como frustración, enojo, ansiedad, y angustia. 
Cada niño tendrá SU encuentro particular y subjetivo con el "juego". 

En fin, una herramienta más en la clínica con niños. 

(Si te interesa leer un caso clínico seguí el siguiente enlace Torre de Hanoi (Parte 2)

http://sublimaressanar.blogspot.com.ar/2016/06/mi-hijo-no-hace-caso-la-clinica-con_94.html








miércoles, 15 de junio de 2016

Mi hijo no hace caso – La Clinica con Niños

Si este tema te interesa seguí los sig enlaces
http://sublimaressanar.blogspot.com.ar/2015/06/mi-hijo-no-hace-caso-descontrol-de.html
http://sublimaressanar.blogspot.com.ar/2016/06/mi-hijo-no-hace-caso-cuando-el-nino.html

La clínica con niños tiene una peculiaridad: no es el niño sino los padres quienes solicitan la consulta. Por eso, la transferencia con los padres, es indispensable.
El analista tendrá que tomarse tiempo. Un tiempo que no es el de él, sino de los papás y del niño. A medida que las entrevistas se vayan sucediendo, se irá construyendo el vínculo. En ese vínculo surgirá el sujeto, y con él, también surgirá la demanda, para tratarlo, a la espera de aliviar su sufrimiento.
Las fantasías inconcientes de los padres, tienen efecto sobre los hijos, y si tenemos suerte, tal vez, podamos oírlo en su discurso, verlo en su juego o inferirlo en sus dibujos.
Así por ejemplo, y sin pretender caer en falsas generalizaciones, las zonas sombreadas y el lugar donde éstas se ubican, son tenidas en cuenta a la hora de ver los conflictos; así como una boca grande y dentada descubre, aún, lo más escondido. Por supuesto vale aclarar que si bien los niños se manifiestan en sus dibujos, éstos se complementan con el resto de sus diferentes expresiones. Ninguno de estos ítems tienen valor aisladamente, la vida no es causa y efecto, y nada es analizado como los viejos jeroglíficos de la antigüedad. Estos datos son a modo de ejemplo, para contarles acerca de todo aquello, de lo que el niño, aún sin quererlo, puede expresar.
El inconciente persiste e insiste, y de alguna forma encuentra el modo de manifestarse.
Los niños, lo hacen como pueden: a veces es a través de la palabra, pero cuando esto no sucede, es en un sueño o un síntoma, o como vemos, en un dibujo donde el inconciente encuentra una vía regia para saltar la barrera de la represión y salir al exterior.
Los niños, además de niños, son sujetos. Tienen mucho para decir, sólo necesitamos animarnos a escucharlos.
En esa escucha algunas veces, nos encontraremos con un conflicto que será individual; otras veces, el síntoma del niño será sólo un emergente de un conflicto familiar. Entonces tendremos que comenzar a usar el plural y si tenemos suerte, esta familia dejará de nombrar al niño como “el enfermo” para admitir: “algo nos está pasando”.
Como siempre, y para todos los casos, LA RESPONSABILIDAD DE LOS PADRES, ES UNO DE LOS PILARES PARA LA SALUD MENTAL DE LOS HIJOS.

Stella Maris Riera – Psicoanalista – UBA 

Mi hijo no hace caso - Cuando el niño hace un síntoma

Seguí leyendo sobre este tema en
http://sublimaressanar.blogspot.com.ar/2015/06/mi-hijo-no-hace-caso-descontrol-de.html

Un niño hace un síntoma, y en líneas generales es en la escuela, donde ese síntoma se despliega primero. La familia comienza a recibir notas, y se les cuenta acerca de los reiterados llamados de atención. Entonces en el hogar se comienzan a poner en marcha diferentes recursos para que el comportamiento del niño mejore, hablan de responsabilidades, utilizan premios, castigos, se sienten tristes, se enojan. Se ponen felices con cada logro, se frustran con cada equivocación. Finalmente desde la escuela llega la sugerencia para la consulta psicológica. La familia, presionada por las autoridades, de acuerdo o no con ello, me visita.
¿Será ésta una consulta deseada? ¿O simplemente estarán complaciendo el requerimiento de la Institución?
Escucho a esos papás, y luego al niño. Me tomo el tiempo que considero prudente para conocerlos y para que ellos, también me conozcan.
El tiempo que a mi criterio sea prudente y necesario para hacer de esa consulta obligada, una demanda deseada.
Comienza un trabajo que para mí será familiar. Y será únicamente de este modo que aceptaré trabajar con el niño, porque entiendo que de nada sirve una o dos horas de terapia semanal o la píldora mágica que lo calme, si al cerrarse la puerta del consultorio el niño vuelve a un ambiente caótico.
Si pretendemos un niño atravesado por el orden y la ley, esa ley deberá primero, atravesar a sus padres.
El hábito, la rutina diaria, sin sorpresas ni sobresaltos, harán que el niño alcance su propio orden interno; que logre sentirse confiado y seguro. No habrá esperas fallidas que generen incertidumbre o frustración; o ansiedad, descontrol, miedo, o enojo. En síntesis, dejará de haber esas diferentes formas de sufrimiento que hacen llegar a los padres a la consulta.
Entiendo, que somos nosotros, los profesionales de la salud, quienes debemos darnos y darles tiempo. Un tiempo suficiente para transitar el camino, el andar, pero también la espera. Hacer nuestro trabajo de manera concienzuda. Sin prisa pero sin pausa.
Los niños requieren de nuestra mirada. Y al decir mirada, no digo intromisión, digo, simplemente, mirada. La vieja “observación del médico de cabecera” que parece haber quedado sepultada en el olvido, entre las telarañas de los libros viejos.
Digo: ocupémonos del niño pero también de su familia.
Miremos viendo un poquito más allá y por qué no, mas acá. Veamos sus costumbres, sus miedos, sus reacciones, sus ansiedades. Preguntemos, seamos entrometidos. Tenemos que conocer cómo viven. De qué espacio disponen, cómo se alimentan, cómo y con quién duermen. Cómo juegan, si lo hacen o no. Si sus juegos son activos o pasivos, si son reglados, si necesitan del desplazamiento, o si permanecen quietos. Si conversan, si pueden escuchar. Si dibujan, si pueden mancharse y disfrutan con ello. Si modelan utilizando elementos blandos, si son creativos, estructurados, plásticos, rígidos o flexibles.
Ésta es sólo una lista de las tantas cosas que intento ver en los niños a la hora de pensar qué les está pasando. Si le está pasando “a él” o “sólo es él quien hace el síntoma en la familia.”
Tal vez este niño revoltoso o inquieto, este niño que no consigue prestar atención, o no logra resolver problemas, o comprender textos… Tal vez este niño con regulares en la columna de conducta en el boletín, o el insuficiente en las pruebas, sólo es un niño vulnerable.

No puedo generalizar ni asegurarlo. Pero digo, sólo tal vez, este niño es el que puede expresar el conflicto familiar, latente o manifiesto, del que nadie más sabe, puede, o quiere hablar.

Stella Maris Riera - Psicoanalista - UBA 

lunes, 13 de junio de 2016

CoNsUltaS en LíNeA

Mail lic.smriera@yahoo.com.ar
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Este espacio fue diseñado para vos.
Si la estás pasando mal, si tenés temas que resolver, si no lográs sortear tu duda.
Si creés que te vendría bien una consulta, o comenzar un tratamiento, pero el tiempo o la distancia son "tus impedimentos". Si estás bien, pero te vendría bien recibir algún tipo de información.
No esperes más, este es tu momento y este puede ser tu espacio (vos elegis la vía *)
Escribime, yo voy a estar esperando tu pregunta. Juntos intentaremos encontrar las respuestas.


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