Pensar Antes de Actuar
Frase que suele reiterarse en el intento de ser comprendida
y asimilada.
La conducta, tantas veces impulso fuera de control, requiere del pensamiento para ser una reacción
evaluada en sus posibles y diversas consecuencias. De lo contrario se queda en
ese intento, infructuoso y frustrante.
Ya Freud comenzó a pensar en este tema cuando teorizó el
principio de placer y el de realidad, definiendo a este último, como el que
rige el funcionamiento mental, diferenciándose del primero, por ser un “principio
regulador en la búsqueda de la satisfacción”, intentando que ésta llegue, no ya
por los caminos más cortos, sino mediante lo que se conoce como RODEO, que no
es más que el pensamiento del que te estoy contando. Es decir, “hacer un rodeo”,
en nuestro caso “pensar”, sería algo así como “lograr un desvío en la acción
propuesta”.
Pensar Antes de Actuar
Sería entonces el paso necesario para lograr cierto dominio
sobre los impulsos
Para anticipar la consecuencia de esa acción. Para evaluar
beneficios y perjuicios previamente a ejecutar determinada conducta. Para hacerte responsable.
Ahora bien, qué ocurre cuándo ese pensamiento, tan necesario
para no caer en conductas no esperables, se transforma en un constante sonido
en tu cabeza?
Ese pensamiento, que se instala y se convierte en rumiante, porque
al igual que las vacas masticás las ideas una vez y otra y otra más.
Ese pensamiento, rasca tu cabeza “por dentro” del mismo modo
que te rascarías por fuera, si te hubiera salido una alergia gigante.
Ese pensamiento llena tus horas, acapara tus días, te encierra
en su círculo vicioso, te vuelve su esclavo.
Pensar, pensar, y pensar. Nada menos saludable. Tus energías se desequilibran, pueden excitarte o agotarte. Pero lo más importante es que tu pensamiento “te define” porque con base cierta o errada, será el que vaya construyendo tu cotidianeidad. Tu realidad será acorde a ese pensamiento, porque no hay nada más subjetivo que la realidad, de ahí la importancia de darle a éste el lugar y tiempo preciso, ni más ni menos de lo necesario, porque de lo contrario, deja de ser el rodeo deseado para convertirse en el pensamiento obsesivo.
Pensar, pensar, y pensar. Nada menos saludable. Tus energías se desequilibran, pueden excitarte o agotarte. Pero lo más importante es que tu pensamiento “te define” porque con base cierta o errada, será el que vaya construyendo tu cotidianeidad. Tu realidad será acorde a ese pensamiento, porque no hay nada más subjetivo que la realidad, de ahí la importancia de darle a éste el lugar y tiempo preciso, ni más ni menos de lo necesario, porque de lo contrario, deja de ser el rodeo deseado para convertirse en el pensamiento obsesivo.
El pensamiento rumiante te hace perder tiempo y energía, y por
supuesto determina tu estado de ánimo, el que a su vez, determinará la calidad
de tu día a día.
La propuesta es:
Intentá poner distancia entre ese pensamiento perturbador y
vos. Alejarte, te va a permitir ver con mayor claridad, analizar si existen mandatos
o creencias familiares que pudieran estar influyéndote, y entonces comprender si esa influencia está siendo negativa, si está generándote temores o preocupaciones, que de tan reiteradas y habituales en el seno familiar, se han naturalizado y convertido en tus propios patrones a seguir.
Otra posibilidad es probar con vaciar tu mente, eso te va a traer calma: buscá una música que te plazca, y por un rato, sólo dejate ir.
Si con eso tampoco
alcanza, hacé de esa distancia un hecho literal: salí a caminar o practicá la actividad que más te guste.
Dejá tu mennsaje, tu opinión me interesa. Y si creés que tu historia puede beneficiar a otros y a vos mismo, animate y enviámela por este medio o directamente por mail a lic.smriera@yahoo.com.ar Voy a estar esperándote. Gracias
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