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La tartamudez. Una mirada
psicoanalítica.
Según el Diccionario “hablar” es “articular, proferir palabras
para darse a entender/ comunicarse con otra u otras personas por medio de
palabras/ tratar, convenir, concertar/ dar a entender algo de cualquier modo que
sea”.
Me quiero detener en las últimas dos definiciones respecto de
este término.
Cuando hablamos, nos damos a entender del modo que sea, y
resalto “del modo que sea”. Al mismo tiempo, explícita o implícitamente,
“pretendemos generar un convenio”. Convenimos, a través de la palabra,
intentamos comunicarnos.
¿Qué es lo que queremos comunicar? Esto es lo que tratamos de
dilucidar cuando abordamos el tema de la tartamudez, desde una mirada
psicoanalítica. Esta mirada, que no viene a invalidar otras teorías, sino por
el contrario, a complementarlas.
Es desde este lugar que decimos: HABLAR SIEMPRE ES QUEDAR
UBICADO EN DETERMINADA POSICIÓN CON RESPECTO A OTRO.
Por eso tomamos la tartamudez como un modo de expresión. No la pensamos
como una enfermedad, sino como un síntoma. Este síntoma, como cualquier
otro, se manifiesta en sus dos caras: muestra y vela.
Algo en la subjetividad de este sujeto, hace que “elija” esta
manera de poder expresarse y no otra.
Algo hace que aquello que lo aqueja sea puesto de evidencia así,
porque tal vez de otro modo, no podría hacerlo.
La pregunta surge inmediatamente: ¿qué es éso que no se ve? Podríamos pensar que se trata de un conflicto. Yo me animo a arriesgar, mejor, “el lugar que ese sujeto
ocupa respecto de ese otro en su vida”.
Recordemos aquello que dice: SOMOS LO QUE LA MIRADA DEL
OTRO NOS DEVUELVE
Entonces, y retomando
Esta forma de expresión, le permite a
alguien hacerse ver, alguien que de no ser por el síntoma permanecería
invisible. ¿Dónde? dentro de una estructura familiar, que tiene este
funcionamiento, y no otro. Una forma de funcionamiento donde todos sus
integrantes son homogéneos, donde para estar bien deben ser iguales, pensar
iguales, soñar iguales. En este contexto, el diferente asusta, hay que
apartarlo, es el enfermo.
Imaginemos a este sujeto diciendo algo así
“no quiero ser como
ellos, quiero tener mis propios sueños, quiero tener mi identidad”.
Él lo sabe,
su inconciente lo sabe, sólo que no puede, las palabras tropiezan en su boca,
y he aquí el síntoma: la tartamudez. Pero como sabemos: EL DESEO INSISTE Y PERSISTE. Con lo cual
podemos afirmar que EL SÍNTOMA, es en éste, como en muchos otros casos LA MARCA
IDENTIFICATORIA QUE ESTABLECE LA DIFERENCIA.
Stella Maris Riera -
Psicoanalista - Universidad de Bs. As.
Atención del Niño y su
Familia
Atención individual del Adolescente y del Adulto
Dirección de correo electrónico: lic.smriera@yahoo.com.ar
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