Subyace a toda relación humana. Se trata de una "agresividad fundamental" propia del estado de prematuración en el que el niño adviene al mundo. Es un estado de inmaduración psíquica y por consiguiente de incoordinación motora, que genera un efecto psíquico de desunión, en la percepción del propio cuerpo.
Alrededor de los 18 meses aproximadamente
el niño se confronta en el espejo * y simultáneamente se confronta con la imagen.
Una imagen por primera vez "unificada".
En esa
transición, de cuerpo fragmentado a unificado, el niño toma para sí la imagen
que el espejo le ofrece (sostén mediante) y deja para el otro del espejo la
imagen fragmentada. El niño toma la imagen y con ella la tranquilidad que le produce verse en su imagen completa. Deja para "su doble", la imagen desunida y la
agresividad que la subyace.
Los celos, la rivalidad, y la agresión, son
instancias del otro que le recuerda al sujeto su propia fragmentación.
No interesa de quien venga, puede ser el ser amado o un rival. Siempre que
exista el encuentro con un otro, existe la posibilidad de reencontrarnos con
nuestro primer estado y esto puede ocasionar explosiones de agresividad. Agresividad Primera, que se reactualiza y al hacerlo, se proyecta hacia el
otro.
* Estadío del Espejo (artículo en preparación)
* Estadío del Espejo (artículo en preparación)
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Stella Maris Riera -
Psicoanalista - Universidad de Bs. As.
Atención del Niño y su
Familia
Atención individual del Adolescente y del Adulto
Dirección de correo electrónico: lic.smriera@yahoo.com.ar
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