Este testimonio llega a mí por mail con esta nota. La misma me pareció relevante, por lo que decidí incluirla en el relato. Dice así: "Stellita me parece que es muy largo, lo
dejo en tus manos, el título por ahí no es el más
"fino" si querés modificalo. TE QUIERO!"
Por supuesto, no fue modificado. Gracias Valeria, por tu esmero al escribirnos y contarnos tu historia y por tu confianza al elegirme para que la comparta.
Me llamo Valeria, tengo 40 años. Después de varios años
de crisis con mi primer marido, aparecieron síntomas de inflamación
abdominal, mucho dolor, hasta 7 deposiciones diarias, todo lo que
comía lo despedía automáticamente, con abundantes
sangrados que me llevaron a varias descompensaciones por disminución de
glóbulos. Sentía también mucho cansancio y descendía de peso al no retener no
sólo los alimentos, sino las proteínas de los mismos. Consulté con un gastroenterólogo
y en el año 2002 me diagnostican Colitis Ulcerosa.
La Colitis Ulcerosa consiste en la formación de úlceras en el intestino que frente a situaciones de estrés comienzan a
sangrar.
Me hacen una video-colonoscopía. En ella toman muestras de distintas partes del intestino (biopsias)
- (1)
Yo en las primeras videos entraba muy angustiada por
miedo a lo que fueran a encontrar, con lo cual al despertarme manifestaba
ataques de ansiedad, que duraban hasta eliminar los restos de anestesia (por
suerte ya no me ocurre). Luego del primer estudio encontraron que la última
parte del intestino estaba totalmente ulcerado y lastimado y debido a la
ubicación de las lesiones no había chance de operarme, así que comencé con
tratamiento medicamentoso. Al darme los resultados me explican:
La Colitis Ulcerosa es una enfermedad reumatológica y autoinmune
Mi organismo
se estaba agrediendo a sí mismo, por lo cual parte importante del
tratamiento consistiría en un tratamiento psicológico. En él pude ver que no
era casual que la parte de mi organismo afectado fuera el intestino,
donde se acumulan los deshechos y, claramente, las mierdas de uno.
Así fue que comencé a rever cuáles eran aquellas
cosas que intentaba retener, esas que no podía expresar de otra manera más
saludable, entendiendo que todas las dificultades no resueltas terminan generando
síntomas en el cuerpo.
Realmente no fue fácil para mí ver tantas cosas que
dormían en mi inconsciente.
Debí hacerme cargo de esta enfermedad la que
me haría tomar mucha medicación.
Me peleé conmigo, me resistí a esta
nueva vida, y muchas veces abandoné el tratamiento justificándome a mí misma que era por la falta de garantías. Durante los 14 años que siguieron hasta el día de hoy, tuve muchas recaídas, las mismas siempre vinieron de la mano de situaciones angustiantes (definitivamente no lograba expresar mis
emociones de otra manera). Aún hoy, sigo en el camino de tratar de
superar este inconveniente, a fin de vincularme desde la otra cara de la moneda
que también soy. En vez de ser el enojo, poco productivo
pero funcional en mí durante mucho tiempo (porque de alguna manera algún
beneficio obtenía debía lograr mostrar que puedo desde otro lugar, menos “rebuscado”
exponer lo que quiero decir, pedir, aceptar y amar. Me parece importante destacar que nada de las
conclusiones a las que llego hoy, existirían,
si yo no hubiese aceptado, previamente, que necesitaba y me merecía una
vida más saludable. Me merecía la ayuda de un profesional que transitara
conmigo este camino para entender qué era lo que me ocurría y por qué. Entender
de dónde venía, qué patrones de mi familia de origen se repetían, cómo era la
comunicación durante mi niñez y adolescencia, qué me gustaba y qué no de mis
padres y qué de todo eso, se repetía, consciente o inconscientemente en mi vida
o no.
Luego de varios años y antes de lo
anteriormente nombrado (conclusiones a las que llego hoy después de mucho
camino recorrido y un fuerte compromiso conmigo misma) surgió
la recaída más fuerte: se comenzó a
barajar la posibilidad de estar frente a un cáncer de colon. El tratamiento se tornó mucho más invasivo, modificaron
la medicación, y debí volver a empezar con una nueva aceptación, la posibilidad
de una nueva vida. Debido a lo costoso del tratamiento me aconsejaron tramitar
un CUD (2) y así lo hice en el Hospital Penna,
donde se tramitan los CDU de todas las enfermedades viscerales (3) A partir de ahí
no tuve que pagar más el tratamiento.
En el medio de esta nueva recaída había
vuelto a apostar al amor. Nuestro mayor deseo era tener un
hijo juntos, fruto del amor inmenso que sentíamos (4).
Luego de dos meses el cáncer fue descartado y para sorpresa de todos llegaría Santiago. Los siguientes 9 meses, repararon mis
energías (y mis intestinos)
Una suerte de aire
mágico borró mis miedos, mis angustias, mi fe en Dios aumentó notablemente (sin duda esto no solo era un milagro sino una bendición para toda la
vida como lo son todos los hijos que uno decide tener) Tan deseado y mágico fue este embarazo como la manera
en la que los síntomas de mi enfermedad empezaron a disminuir notablemente
A los 2 años, a mi hija de 18 años le diagnostican una
enfermedad reumatológica, autoinmune y crónica, como la mía, en su caso,
afectaba todas las mucosas del organismo incluido el aparato digestivo, perdió
el 70 % de la vista de un ojo que gracias a un tratamiento fuertísimo lo
recuperó, ahí los médicos empiezan a explicarnos acerca de los antecedentes
familiares y la carga genética.
Esa fue la situación más difícil de mi vida. Me llevó a
una nueva recaída pero… también a un nuevo hallazgo: mi enfermedad no debía ser tratada sólo en gastrenterología sino
que, tenía que consultar urgente con un reumatólogo (cosa que yo me
estaba enterando en ese momento). Con el nuevo tratamiento
encuentran lesiones en la zona del sacro
(yo refería un dolor terrible como si fuese ciático) que
se debían a una sacroileitis (5) Hoy me encuentro muy bien, con un equipo de médicos
que trabajan en conjunto, porque estas son enfermedades multisistémicas. Quiero aclarar que si bien la dieta es muy importante porque hay alimentos que no puedo consumir...
Aprendí que todo pasa por mi cabeza. (6)
Aprendí que mi estabilidad emocional se refleja (en
mi caso)
en mis intestinos y mi espalda.
Aprendí a rever de qué manera
suelto las emociones contenidas y qué mochila me está pesando más que de
costumbre.
A mí me salvó la vida mi
fe, mi equipo médico, mi fuerza y compromiso, pero por sobre todo, el proceso
de terapia, donde aprendí a ver la realidad con otros ojos.
Gracias por este espacio, espero poder ayudar a otras
personas con mi experiencia.
Valeria
NOTAS
(1) Este estudio requiere una dieta anterior y la toma de varios litros de laxante ya que para poder ver el intestino por dentro el mismo tiene que estar totalmente limpio- (para mí, esa era la peor parte del estudio, porque al llegar al centro médico te ponen un suero con un sedante para estar dormida durante el procedimiento).
(2) CDU: certificado único de discapacidad.
(3) y discapacitantes (con todo lo que emocionalmente ello implica)
(4) la doctora que me atendía me dijo que sería imposible que quedara embarazada por el tratamiento que recibía, sin embargo una vez descartado el cáncer de colon, y estabilizado mi organismo en general, podía intentar
(5) inflamación de la articulación que es sumamente frecuente en pacientes con colitis ulcerosa
(6) yo puedo comer un plato de papas fritas y si estoy tranquila no me va a hacer nada, de la misma manera que si me tomo un vaso de agua estando nerviosa me puede caer como una bomba.