martes, 31 de marzo de 2015

La pareja en crisis

Estoy en Crisis 

Érase una vez el enamoramiento… el “somos tal para cual”, “nos gustan las mismas cosas”, el “no saben cómo nos parecemos”. Luego los meses van pasando y entonces comienzan a aparecer el “eso que hace no me gusta”, o el “cómo no lo había notado”.
Aunque resulte raro, o contradictorio, es la misma pareja la que contribuye a que el otro se relaje, que se manifieste tal cual es, que vaya dejando caer una a una, sus máscaras. Porque la confianza generada entre ambos, ayuda a que los aspectos inconcientes reprimidos aparezcan, con lo cual, la pareja tendrá períodos de armonía pero también tendrá otros, de desequilibrio, o como se suele escuchar por ahí, “de crisis”.
Vamos por la vida buscando aquello que creemos nos falta. Y cuando nos encontramos con quien elegimos para formar pareja, creemos que finalmente, eso que nos falta, también fue encontrado. Sin embargo, nada más lejos de la verdad. 
Cuando la primera ilusión generada por el enamoramiento comienza a desvanecerse y las diferencias se van haciendo lugar, aparecen conflictos. Pequeñas o grandes situaciones que hasta entonces no veíamos porque dicen que “el amor es ciego” cierto?  Aunque en verdad no es así, el amor no es ciego, es justamente al revés, porque es recién cuando se vayan transitando esas diferencias que merced a la confianza mutua han podido expresarse, que el verdadero amor se habrá instalado. Antes pura ilusión.

Ya lo decía Freud:   ilusión[1], aparición de las diferencias, desilusión, aceptación[2], amor[3].

Claro que los conflictos sorprenden, enojan, entristecen, luego angustian pero con la llegada de la angustia se abren nuevas posibilidades. Esta posibilidad es la necesidad de un cambio. Eso es la crisis: el cambio de rumbo en el curso de los acontecimientos.
La crisis no es el final, sino apenas el comienzo que abre el camino de la transformación.




[1] Etapa en la que el otro ocupa el lugar del ideal. Enamoramiento.
[2] Que no es resignación … La resignación inhabilita, inhibe, paraliza, somete. La aceptación por el contrario da lugar al crecimiento.
[3] Consolidado con convergencias y diferencias.




Stella Maris Riera - Psicoanalista - Universidad de Bs. As.
Atención del Niño y su Familia
Atención individual del Adolescente y del Adulto
Dirección de correo electrónico: lic.smriera@yahoo.com.ar


lunes, 30 de marzo de 2015

Una noche de película

Esta Noche
CINE


Era un pueblo sin muchas atracciones. En él, la rutina era cosa de todos los días, pero esa mañana, un cartel ubicado en la puerta de la escuela anunciaba: “ESTA NOCHE CINE”. Pedro corrió a pedirle a su padre que le prestara el auto y presuroso pasó a buscarla a ella. Juntos marcharon al playón. El Falcon era ancho, pero igual se sentaron muy juntos, casi pegados, cuerpo a cuerpo, muy cerca del volante. Al llegar, se ubicaron cerca de la pantalla. Hoy juran que morían por ver esa película, pero cuentan, que cuando las luces se apagaron, él no pudo más que pasar el brazo por detrás de su cuello y que ella, simplemente, se dejó llevar. Dicen que la luna llena iluminó la noche y sus bocas se encontraron. En la pantalla la película transcurría, al tiempo que las nubes bajaban del cielo, y se posaron en los vidrios que, para entonces, ellos creyeron empañados. El día siguiente amaneció eclipsado: era el sol quien furioso apoyado en la luna se quejaba por no haber presenciado ese romance.

Otras imágenes de esta historia





Stella Maris Riera, Argentina (1958) - Psicoanalista - Contadora de Historias

La ciencia, la fe y el diagnóstico menos pensado.

La fe no se hace preguntas
si se las hiciera, sería ciencia


Ella era sólo una adolescente terminando su bachiller.
Carcinoma (dijo el médico) y ella preguntó: -¿esto es cáncer?-. 
Palabra temida si las hay, que con su sola mención, produjo nuestro estremecimiento. 
Fue un instante, una palabra por respuesta y la percepción del mundo cambió. Las prioridades se reacomodaron: el trabajo perdió su importancia, los amigos se ubicaron cada uno donde quiso o pudo, la familia se resignificó. 
Sentí que el mundo se había detenido, sin embargo, la gente seguía adelante. 
Llegaron momentos donde el desasosiego y la impotencia fueron tan enormes, que buscamos refugios, ayudas, y consuelos, en los lugares más impensados.
Recuerdo bien, por esa época yo cursaba los últimos años de mi carrera, la ciencia era una parte muy importante en mi vida, y toda ella se teñía bajo su halo. También recuerdo que antes de aquel momento, de forma inesperada, y en varias oportunidades, había llegado a mí una imagen: era la de la Virgen del Rosario.
Debo admitirlo, no la conocía, y en ese entonces yo estaba lejos de imaginar el futuro diagnóstico. Sin embargo, a pesar de haber estado durante varios años renegada de mi fe, decidí guardarla. La tomé y la puse entre las hojas de un libro, que quedó ya no recuerdo en qué parte de un mueble viejo. Meses después volvió a suceder: nuevamente la imagen en un regalo; insólitamente, quien me lo trajo era alguien no creyente. Mi expresión lo dijo todo y sin que medien preguntas respondió no haber visto que en la parte trasera de ese adorno estaba esa imagen. Lo agradecí, lo tomé y lo dejé apoyado sobre una repisa donde quedó olvidado entre otros objetos sin importancia. 
En fin, tiempo después, llegó la ingrata noticia. Cuánta impotencia, cuánto dolor! Una sola idea se había adueñado de mis pensamientos, y mi cuerpo en un inmenso temblor dejó de pertenecerme. Entonces recordé aquella imagen de la virgen y sin más, la busqué, y, apretándola contra mi pecho, como si fuera posible un abrazo, le pedí ¿¡con fe!?  Tal vez… Yo deseaba que así fuera, más que desear, lo necesitaba. Le rogué. Le rogué con vehemencia, intentando rescatar la fe perdida de los lugares más lejanos de mi alma. Ella, la Virgen, claro, tenía que saberlo. Ella en mi oración, tendría que creerme, yo lo necesitaba, yo, la que siempre creí poderlo todo, ahora debía dejar de lado mi omnipotencia, admitirme vulnerable y poner la vida de mi hija bajo su protección (y la de los médicos, por supuesto). 
Fue entonces que surgió en mí un pensamiento loco: no era yo quien la buscaba, era ella que me había encontrado. Qué había pasado? Dónde había quedado todo lo aprendido? Los debates, las discusiones inconclusas, las preguntas que ocuparon gran parte de mi vida, las respuestas esperadas. Freud, Marie Curie, la física cuántica y las cadenas de ADN, todo perdió importancia. La vida de mi hija se jugaba minuto a minuto, no quedaba tiempo para los interrogantes, y además, de nada importaban las respuestas.
Pasaron muchos años, mi hija esta sana, junto a su pareja nos regaló dos hermosos nietos, que alegran cada minuto de nuestras vidas y nos permiten ver en ellos, a aquel hijo varón que no pudo ser. Tiene un hermoso nombre que por respetuosa, me lo guardo, y que significa “mensajera de la paz”. Es una bella mujer, que consagró su vida a las utopías, se brinda  a niños con dificultades a la espera, a mi parecer, de lograr en ellos, el mismo milagro que logró en su vida. En su cuerpo lleva tatuado un ave fénix, y como él, tanto ella como cada uno de nosotros, hemos renacido de las cenizas.
Quise dejarlo por escrito porque este recuerdo está siempre en mí. Yo, que pasé gran parte de mi vida preguntándome acerca de la fe, buscando respuestas donde sólo  pueden encontrarse afirmaciones. Vaya a saber… En definitiva qué es la verdad…? quien podría saberlo?
Una amiga una vez me dijo “a Dios rogando y con el mazo dando” Ésta se ha transformado en una de las frases que acompañan mi vida, porque en circunstancias como aquella, no viene nada mal recordar que la ciencia está de nuestro lado, pero qué aliviador es creer que los milagros también existen.


Stella Maris Riera, Argentina (1958) - Psicoanalista, Contadora de Historias

Psicopatías – El partenaire y su angustia

Psicopatías
El camaleón de la sociedad humana


En el informe anterior intenté hacer una aproximación a lo que comúnmente se denominan psicopatías, y mencioné el modo como el campo psicopatológico, desde el psicanálisis, se organiza en sus tres categorías clínicas. Recordemos que ellas son: neurosis, psicosis y perversión. Desde este punto de vista, las psicopatías como entiendo quedó aclarado, no encuentran lugar donde ser ubicadas.
Sin embargo, y recordando que es el mismo Lacan quien amplía el concepto de estructura perversa [1], se pueden ubicar en ella a partir de esta ampliación, los mecanismos y modos subjetivos que permiten explicar las conductas psicopáticas.
Había mencionado algunos rasgos y modalidades de comportamiento que hacen a la psicopatía y en un esfuerzo para aclarar conceptos, contrapuse estas modalidades con las de las neurosis. He diferenciado deseo de goce y es a partir de este punto que pretendo aclarar un poco más, a saber:
Cómo se ubica la angustia dentro de la estructura psicopática y particularmente en la relación que se establece entre este sujeto y su partenaire neurótico.
Como dije: "mientras uno goza el otro se angustia”
Ocurre que en la vida del neurótico la angustia ocupa un lugar de privilegio.
Freud evidenció diferentes formas de angustia según el tipo de neurosis de la que se tratara. Lo que nos lleva a pensar en un tipo de angustia para la neurosis de angustia, otro para la histeria y la neurosis obsesiva, otro para las fobias.
La angustia, repito, ocupa un lugar privilegiado en esta categoría, mientras que en las psicopatías se carece de ella.
En la psicopatía la angustia está ausente. Son pocas las situaciones en que puede aparecer, tal vez en algún momento de crisis, donde los mecanismos psicopáticos fallan, para luego restablecerse y recuperar el “equilibrio habitual” (psicopático).
Intentemos respondernos algunas preguntas
1- ¿Qué ocurre con el neurótico, su partenaire?
El sujeto neurótico se niega a ser objeto de goce del otro, lo rechaza, sufre… ¿intenta salirse de ese lugar abusivo que lo ubica como instrumento puesto al servicio de? Sabemos por Lacan que la angustia sobreviene justamente ahí; cuando el sujeto se cuestiona acerca del lugar en el que se lo ubica. El psicópata juega su juego (un juego con códigos propios, un juego en el que sólo sus reglas imperan). Seductor “invita” a su partenaire a jugarlo, y éste lo juega, irremediablemente. El sujeto “encanta”[2] a su partenaire, detrás de su máscara de amabilidad. Una máscara que vela el abuso y la manipulación.
2- Le resulta fácil al sujeto neurótico correrse de este lugar de maltrato?
Por supuesto que no. Primero, porque autocrítico se hace responsable de todo aquello que le pasa. Él es el culpable, el provocador. El que se merece ese tipo de tratamiento. Segundo, porque el lugar en el que el Otro lo ubica le da seguridad, y aunque tormentoso, aunque siniestro, este lugar es lo conocido.
Cuenta la fábula (transcribo textual)
Salvador Dalí
www.sauval.com
“Revistiendo yo mismo ante ustedes la máscara animal con que se cubre el brujo de la gruta llamada de los Tres Hermanos, me imaginé frente a otro animal, éste de verdad, que supuse gigante en aquella ocasión, una mantis religiosa. Como yo mismo no sabía qué máscara llevaba, pueden imaginarse fácilmente que tenía alguna razón para no estar tranquilo ante la posibilidad de que, debido a algún azar, aquella máscara fuese impropia, induciendo en mi partenaire algún error sobre mi identidad. La cosa quedaba acentuada por lo siguiente, que añadí, yo no veía mi propia imagen en el espejo enigmático del globo ocular del insecto”.
Dice Lacan, “esta metáfora conserva todo su valor. Justifica (…) la pregunta Che vuoi? ¿Qué quieres? (…) ¿Qué me quiere? (…) No es sólo ¿Qué pide, él a mí?, sino también una interrogación suspendida  que concierne directamente al yo, no ¿Cómo me quiere? sino ¿Qué quiere en lo concerniente a este lugar del yo?”[3]
En este sentido será la angustia la que vendrá a conmover lo más íntimo de su ser.
La angustia, bisagra entre el goce y el deseo, nos abrirá a comenzar el proceso que nos lleve al encuentro con el propio ser, un proceso con un intenso trabajo de elaboración psíquica.
Notas Pié de Página


[1] La perversión en un sentido clásico se refiere únicamente a patologías que afectan a la sexualidad.
[2] Usando el término “encantamiento” en su sentido más concreto. El sujeto encantado sólo logra ver aquello que se le muestra.

[3] Seminario 10 La Angustia Lacan Pág. 14 Cap. La Angustia en la Red de los Significantes.

Stella Maris Riera - Psicoanalista - Universidad de Bs. As.
Atención del Niño y su Familia
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Dirección de correo electrónico: lic.smriera@yahoo.com.ar

Una aproximación al concepto de Psicopatía

Los camaleones de la sociedad humana


Una aproximación al concepto de Psicopatía
Con mucha frecuencia, escuchamos en los medios o leemos en alguna revista semanal, hablar sobre  éste o aquel sujeto que hizo tal o cual cosa “aberrante” y es mencionado como “el psicópata”. Rótulo complejo si los hay, ha llegado a nuestra sociedad actual, lamentablemente para quedar instalado en ella. Es por eso, que yo misma cuestionándome acerca de este tema, me permito delimitar algunas cuestiones. Vaya aquí, siguiendo a algunos autores, mi opinión al respecto.
·     Desde la psiquiatría tradicional, se delimitó como psicopatía a una categoría compuesta por grupos heterogéneos.
·     Desde el psicoanálisis, -recordemos que sólo contamos con neurosis, psicosis, y perversión- con lo cual, la psicopatía no tiene un lugar claramente reconocido. Haciendo un gran esfuerzo por ubicarlas en algún lugar, se toman como parámetro las perversiones. Cabe aclarar, que rara vez vamos a encontrarnos con "cuadros puros" y que para definir una estructura se deben reunir muchas de las características que se definirán a continuación (las personas pueden presentar diferentes rasgos, de diferentes estructuras, y sólo un buen análisis del conjunto del sujeto y su situación podrá lograr el acercamiento a un correcto diagnóstico). 
Si tenemos en cuenta la postura lacaniana podemos ver las diferentes categorías  clínicas -neurosis, psicosis, perversión- como estructuras subjetivas que nos permiten ordenar y entender el amplio abanico de conductas con las que nos encontramos; pensarlas como diferentes modalidades de ser de un sujeto (modalidades que no necesariamente han de ser patológicas).
Cuando Freud teorizó sobre las perversiones lo hizo mencionándolas como el negativo de las neurosis. Este punto nos permite tomar los rasgos que diferenciamos en esta categoría y de algún modo contraponerlos con los rasgos neuróticos (principalmente en la N. Obsesiva).
Es una muestra de ello, la ausencia de culpa en la psicopatía, en oposición a la rígida conciencia moral en la neurosis obsesiva.
La ausencia de culpa borra las fronteras entre lo permitido y lo prohibido, no existe la representación de la ley sino códigos propios, lo cual los estaría habilitando para lo que fuera, porque son ellos mismos quienes determinan qué se puede y qué no.
Se podría decir que en la psicopatía hay ausencia de responsabilidad mientras en la neurosis obsesiva hay un exceso de ella.
Siguiendo a Lacan, otro punto a mencionar es  el contraste que se produce entre goce (en la psicopatía) y deseo (en la neurosis).
El sentimiento de culpa, se relaciona directamente con el campo del deseo: El sujeto neurótico dará prioridad a sus propias exigencias fantasmáticas (éticas y morales) en detrimento de la satisfacción pulsional. En las psicopatías: al haber un déficit en los diques morales -límites que hacen de contención- el sujeto da rienda suelta a sus impulsos; de este modo, prevalece su satisfacción.
En relación a la demanda: mientras en la N.O el sujeto requiere ser demandado, es decir usa todo tipo de herramientas para que el otro le pida, le ordene, le sugiera… (siempre a la espera de reconocimiento), en la psicopatía prevalece la exigencia. En un accionar seguro, decidido, sin ningún tipo de remordimientos, ni límites, impone su voluntad algunas veces de un modo sutil, otras no tanto, pudiendo tornarse violento, y ocasionar diferentes formas de abuso o maltrato. Es como un camaleón que en la sociedad utiliza su habilidad para encandilar. Si además cuenta a su lado con una persona en la que predomina la duda, la culpa, la indecisión, este sujeto se verá con un camino allanado para hacer prevalecer su voluntad por sobre los demás.
A modo de cierre: Mientras él goza, el otro, se angustia. 
Stella Maris Riera - Psicoanalista - Universidad de Bs. As.
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sábado, 28 de marzo de 2015

La escasez del dinero y los barcos de papa

"Los comedores de patatas"
Pintura al oleo estilo realista
Vincent Van Gogh


Hace unos años, cuando mis hijas (hoy madres) eran niñas, el apetito intenso y los bolsillos delgados se hacían sentir. Entonces la imaginación cobraba vida. Al preparar milanesas (su plato favorito) siempre sobraba un poco de la preparación del huevo con quesito rallado, ajo y perejil con la que entre juegos, realidades y risas, pintábamos la carne, que luego sería empanada y cocida al horno. Casi era un pecado tirar ese poco de huevo batido que quedaba en el bol, reposando el cansancio que unos minutos antes, le habíamos hecho sentir entre vuelta y revuelta. En su superficie se formaban grandes ojos y a través de ellos parecía implorar –no vayan a abandonarme, hagan algo conmigo- Así que mezclábamos pan con leche y lo uníamos a esos restos. Tomando pequeñas partes, hacíamos bolitas pequeñas que luego de regodearse durante un rato, despanzurradas en el pan rallado, ya cubiertas para enfrentar la lucha, se dejaban arder, generosas, en el aceite hirviendo. Fue una hermosa época, colmada de amores tan vivos que la escasez casi pasaba desapercibida. La mesa amplia, con poco, se transformaba en fiesta, y nunca faltaba algún trozo de servilleta cruzado por un palillo, que la abuela Albricias convertía en mástil y vela, al ser puesto en alguna papa, a la que le cumplíamos su sueño de llegar a ser barco. 


Stella Maris Riera. Argentina (1958) - Psicoanalista - Oidora y Contadora de Historias 


Un dato de color 
Durante el mes de marzo e inicios de abril del año 1885, Van Gogh preparó bosquejos relativos a esta obra. La inició el 13 de abril para dejarla casi terminada a inicios del mes de mayo. 
En una carta escrita a su hermana dos años después en París, Van Gogh seguía considerando que Los Comedores de Patatas era su cuadro más exitoso. Expresó: "Lo que creo acerca de mi propio trabajo es que la pintura de los campesinos comiendo patatas que hice en Neunen es, después de todo, lo mejor que he hecho".  Sin embargo, esta obra fue criticada por su amigo Anthon van Rappard poco después de haber sido pintada. Esto fue un duro golpe a la confianza de Van Gogh en su calidad de artista emergente, por lo que escribiría a su amigo: "tú... no tienes el derecho a condenar mi trabajo en la forma que lo has hecho" (julio de 1885), y después, "siempre hago lo que aún no puedo hacer con el fin de aprender a cómo hacerlo" (septiembre de 1885).



viernes, 27 de marzo de 2015

Me niego a perderte

"Tristeza y Soledad"
Jhon Ali Oropeza



No quiero perderte, al menos no otra vez; por eso, no quiero recuperarte. Me prohíbo la ilusión, me prohíbo sentir tu cercanía, prefiero adormecerme, apartarme, creerme y creerte lejos, mentirme. Es que no puedo perderte, al menos, no otra vez. 

Stella Maris Riera, Argentina (1958) - Psicoanalista - Contadora de Historias


Otras obras / Mismo tema / Diferentes artistas
Las imágenes pertenecen a la página www.artelista.com

"Soledad y Vejez"
Clara Escartin Gil

"Soledad"
Miguel Sanz Romero





jueves, 26 de marzo de 2015

DEPENDENCIA EMOCIONAL – Personas dependientes de personas

"Una Musa de Amor"
rodolfoangel.blogspot.com


Definimos dependencia emocional en cualquier tipo de relación al vínculo que genera un sujeto que deja de lado sus deseos y necesidades, para cumplir primordialmente los de otro.
Pregunto: Se tratará de un amor incondicional? Podríamos intentar un si por respuesta y seguramente sería más tranquilizador pensarlo de ese modo. Porque cuando eso ocurre nos convencemos que estamos frente a un amor tan profundo que nos vuelve capaces de todo tipo de sacrificio. 

Amores de película irremediablemente sacados de la vida real. Amores que nos hacen sentir que sin el ser amado no seríamos nada. Amor sin barreras. Amor sin límites.
Y entonces inevitablemente surge la pregunta: qué pasa cuando en un vínculo, cualquiera sea, no existen los límites?  Primero es conveniente recordar que los límites ordenan, organizan, vienen a poner coto a nuestra vida, y al hacerlo, además nos alivian. Los límites  nos dicen hasta dónde podemos, hasta dónde no, hasta cuándo y cómo.
Cuánto de lo que pasa en estas relaciones tiene que seguir pasando para que podamos decir –basta, hasta acá llegué-. Hace falta esperar a no dar mas? Angustias, temores, dolores corporales, largos silencios, sueños postergados, vienen a formar gran parte de nuestras vidas, transformándose en la manera de ser, de vivir, las más de las veces, sin siquiera darnos cuenta qué esta sucediendo. Es cuando ese amor, que de tan profundo lo brindamos como incondicional, sin saberlo, se nos ha transformado en obsesión.
En nombre del amor pretendemos cuidar, ayudar, complacer, postergarnos.
Con conflictos irresueltos vamos por la vida buscando personas que nos necesiten. Estamos irremediablemente impulsados a dar. Queremos encontrar soluciones a sus problemas, hacerles la vida más liviana, protegerlos, que sean felices. Lo logramos, y al hacerlo, nos perdemos de vista.
Sólo para pensarlo juntos: cuántas veces habremos dicho:
* Por qué me rodeo siempre de personas que reclaman todo de mi?
* Por qué siempre soy yo el que doy sin medida?
* Nadie me tiene en cuenta

* No me ven…
Está en nosotros el cambiarlo, intentar, y ahora sí en nombre del amor (pero a nosotros mismos) empezar a priorizarnos. Para hacerlo debemos marcar fronteras. Cuando empecemos a hacerlo, estaremos dando el primer paso para salir de la dependencia emocional [1] y al mismo tiempo, dejar de sufrir. 


Stella Maris Riera - Psicoanalista - UBA
Atención del Niño y su Familia
Atención individual del Adolescente y del Adulto
Dirección de correo electrónico: lic.smriera@yahoo.com.ar







[1] La dependencia emocional, no es exclusiva de las personas mayores, también hay niños dependientes de personas (tal es el caso de niños con algún familiar que padece alguna adicción, sólo por mencionar un ejemplo para ilustrar el tema; aunque también puede ocurrir por razones individuales: baja autoestima, inseguridad, falta de confianza en sí mismo, etc.) Es importante que como papás reconozcamos sus señales, para formar jóvenes sanos, adultos sanos. Si lo hacemos seguramente tratamiento mediante, cambiarán esos rasgos de carácter, sublimarlos o en tal caso, hacerlos funcionales a sus vidas.

miércoles, 25 de marzo de 2015

PULSIÓN - (Trieb)

Lecturas Psi


Pulsión: definida por Sigmund Freud como un proceso dinámico, consiste en un empuje, una carga de energía.

Para Freud la pulsión es un concepto límite entre lo somático (organismo) y lo psíquico (todo lo relacionado con las funciones o elementos psicológicos)[1].

Sabemos que el sujeto tiene excitaciones que provienen tanto del exterior como del interior del organismo. De las excitaciones externas el sujeto puede huir o protegerse, en tanto que de las internas no puede hacerlo. Ambas, tienen repercusión en el aparato psíquico.

En el texto “Las pulsiones y sus destinos” Freud menciona y describe los cuatro elementos de la pulsión, a saber:

  • objeto: el mismo será variable y será elegido de forma definitiva de acuerdo a la singularidad e historia de cada sujeto
  • fin: no es uno, sino que son múltiples, además de parciales, de ahí que hablemos de pulsión parcial[2] las que dependerán de las fuentes somáticas de las que provengan.
  • fuente: también son múltiples, y conocidas como zonas erógenas.
  • empuje, se refiere a la fuerza, a la exigencia de trabajo impuesta al aparato psíquico.

Existen diferentes etapas en el desarrollo libidinal del sujeto y como ya se explicó, están ligadas a las zonas erógenas.

Estas etapas son tres: Oral, Anal, y Fálica

En la etapa oral, la zona erógena es la boca. Los niños obtienen placer chupando, mordiendo, por lo que se llevarán a su boca objetos como también partes de su propio cuerpo, manos, pies. Es el momento del autoerotismo. En la etapa anal, comienza el control de esfínteres, el placer está en retener y expulsar. En la etapa fálica, (entre los cuatro y seis años aproximadamente) se descubren los órganos sexuales, el placer consiste en tocarse, y los niños sienten curiosidad por la diferencia de sexos.
Alrededor de los seis años, con el comienzo de la etapa escolar, (y hasta los doce edad promedio) el niño comienza un período conocido como de latencia donde su interés se pone en aprender y en relacionarse con sus pares.  (Cabe aclarar que las edades mencionadas son únicamente a modo orientativo, dado que estas etapas aunque sucesivas, no son cronológicas). Con el advenimiento de la pubertad llega el “despertar sexual” donde ocurren nuevos cambios físicos y psicológicos. Pero estos ya son temas que merecen un capítulo aparte.



Stella Maris Riera - Psicoanalista - Universidad de Bs. As.
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[1] “La pulsión va ligada según Freud a la noción de “representante”, entendiendo por tal una especie de delegación enviada desde lo somático al psiquismo” Pag. 326 Diccionario de Laplandhe y Pontalis
[2] Están ligadas a la etapa del desarrollo libidinal (oral, anal, fálica)

La verdadera historia del príncipe azul

Acerca del Fetichismo - Lecturas Psi siguiendo este enlace
http://sublimaressanar.blogspot.com.ar/2015/04/acercamiento-al-concepto-de-fetichismo.html


Ay de los fetichistas...! algunos se regodean mirando prendas, objetos varios, zapatos. Otros, a los que no les alcanza con verlos, recorren fastuosas fiestas en busca de su preciado tesoro. Sentada en mi consultorio conocí a varios: los que me contaron haber llegado a príncipes, y los otros, aquellos a los que su sangre azul apenas les alcanzó para pitufos.

Stella Maris Riera, Argentina (1958) Psicoanalista - Contadora de Historias

Imágenes secretas de la verdadera historia




martes, 24 de marzo de 2015

Conceptos Generales sobre la Obesidad

Obesidad


La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la obesidad basándose en lo que se conoce como el índice de la masa corporal. Ésto es el cociente que resulta de la estatura y el peso de un individuo al cuadrado. La obesidad se caracteriza por la acumulación de grasa en exceso y tejido adiposo en el cuerpo. Es un factor de riesgo, y puede predisponer o asociarse a otras enfermedades.
La  medicina la ubica entre las enfermedades crónicas resultando importantes los antecedentes familiares. Está ligada a la vida sedentaria y al consumo de comidas rápidas (más conocidas como comida chatarra).  Puede producir hipertrofia (aumento de tamaño del tejido debido al aumento del tamaño de las células que lo forman) o bien hiperplasia (en este caso lo que aumenta es el número de células y no su tamaño).
El psicoanálisis ubica a la obesidad (junto a la anorexia y la bulimia) entre los Trastornos de la Alimentación.
Se sabe que las causas “siempre” son multifactoriales por lo cual se pretende no perder de vista al “sujeto y su entorno”.
Así los profesionales del Instituto Oscar Masotta (IOM)  dicen que “en una sociedad de consumo que ofrece infinidad de objetos tecnológicos como un modo de satisfacer las necesidades, cualquier producto es capaz de convertirse en objeto de consumo, inclusive las mismas personas”. Desde este lugar se piensa al sujeto como consumidor-consumido.
Teniendo en cuenta estos aspectos, resulta inevitable mencionar los factores sociales: la marginalidad, la pobreza, los escasos recursos influyen directa e indirectamente sobre el sujeto y su forma de vida.
Una alimentación azarosa, con falta de proteínas y nutrientes y con exceso de hidratos de carbono, favorecen el aumento de peso. Mientras tanto las harinas hacen su parte y transforman a estos alimentos en verdaderas sustancias adictivas.
El psicoanálisis amplia aún más la mirada.
Se entiende que cuando un sujeto consume, en este caso, en la comida (con suerte) diaria, no solamente está satisfaciendo su necesidad sino que aquello que consume le brinda placer, aunque desde mi lugar, al menos en estos casos, prefiero hablar de goce. El goce, para poder explicarlo con palabras sencillas, diría que tiene que ver con ese plus que va “más allá del placer” y que ubica a la persona, aún cuando ni siquiera se da cuenta, más del lado del malestar que de la salud, la lleva a la repetición y la deja anclada en un lugar del cual le resulta complicado salir.
Deste el punto de vista psicoanalítico se encara el tratamiento de la obesidad dándole relevancia a la función de la ingesta (compulsiva) del alimento. ¿Podríamos pensarla como una adicción? Se trata de sacarla a la luz, saber “qué función cumple la ingesta para ese sujeto”. Sin embargo, por supuesto de más está decir, el tratamiento “siempre” ha de ser multidisciplinario.
Para nosotros, los psicoanalistas, se trata de un tratamiento de un sujeto singular, donde cada quien, en el momento oportuno, podrá encontrar y construir sus propias respuestas.
Pensar,  renunciar a los antiguos hábitos, aceptarse, re construirse, quererse.
Comenzar a avanzar, dejando “la satisfacción de la necesidad” para poco a poco ir abriéndose a la palabra, transformarse en un “sujeto de deseo”. Cuando ésto suceda, la alimentación habrá dejado de ser gozosa para ser placentera.


Stella Maris Riera - Psicoanalista - Universidad de Bs. As.
Atención del Niño y su Familia
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lunes, 23 de marzo de 2015

El último trance



Flotaba. Mis ojos miraban mi interior. Sin embargo, veía ese sector de nubes ubicadas justo por encima de mi cabeza. Estaban sobre mí en mi cielo, y pasaban lentamente. Una tras otra, formaban hileras; se inflaban. Adulteraban su personalidad transformándose en flamantes rosetas de maíz, tiernos pochoclos. Mi cielo se endulzaba.
Flotaba. Mis piernas descansaban unidas, casi pegadas, y aunque mis ojos continuaban cerrados, yo alcanzaba a ver las uñas de mis pies coloreadas con ese barniz negro que tanto me gusta (al notarlo, quedé satisfecha). Mis pies eran delgados, mis dedos parejos (me gustaban mis pies). Formaban una escalera que invitaba a trepar, vaya a saber dónde y a quién.
Flotaba. Mis brazos se abrían cual Cristo crucificado. El agua me sostenía. Yo descansaba sobre ella, o tal vez era ella la que descansaba por debajo de mí. Mis pensamientos se detenían. Pero mi mente, rebelde y traicionera, aún inquieta, insistía en reparar en ese líquido cristalino. Le adjudicaba cientos de colores.
Flotaba. El sol posaba su lengua de fuego sobre mi piel; y perverso (o tal vez generoso) lamía aquellas partes mías, que permanecían en la superficie. Mis sentidos se exaltaban. Por escasos instantes creí haber percibido que toda yo, era sentidos.
Flotaba. Y en esa danza, serena y enigmática que mantuvimos a solas la naturaleza y yo, fui música y, a la vez, silencio. Fui ritmo, calma, día y, a la vez, fui noche. Luego, mi cuerpo perdió ese preciado y circunstancial equilibrio; me hundí, caí en el fondo. Sobresaltada, abrí mis ojos: unas cuantas burbujas ascendentes me hicieron comprender  que mi respiración ya no me pertenecía. Mis piernas se esforzaron en un pataleo absurdo, y aún creo recordar ese instante en el que, por última vez, vi mis uñas perfectamente pintadas con ese barniz negro que tanto me gusta


Stella Maris Riera, Argentina (1958) - Psicoanalista - Contadora de Historias 

“El último trance” es el tercero de los tres microrrelatos que forman la “Trilogía Final”: Premiada con Medalla de Plata y Publicada en Antología "Letras Argentinas de Hoy 2014" por la Edit. De Los Cuatro Vientos


Las imágenes corresponden a la artista Charo M. Mejías nacida en Madrid en 1951, se inicia en el mundo de la pintura en el año 1999, a través de cursos de dibujo y pintura que imparte el Ayuntamiento de Madrid. Realizó exposiciones en diferentes lugares individuales y colectivas. 


"Cielo y mar"
"Chico bahiano"

"Laguna de Venecia"

Más información siguiendo el sig. enlace
Charo Martin Mejias

Nostalgia de tía, nostalgia de lluvia.



El otoño, los grises, y los días de lluvia, han sido y serán mis favoritos. Recuerdo bien aquellos tiempos en los que el mes de mayo traía días nublados y húmedos. También recuerdo estar sentada en el patio amplio, a cielo abierto, trayendo sus colores violáceos y amarillos, anunciando las primeras gotas que comenzarían a caer. Como si fuese a venir un vendaval, yo corría a refugiarme en la cocina, pequeña y cálida, siempre colmada de aromas sabrosos y conocidos. Ansiosa, esperaba que llegara la lluvia y que el agua se juntara entre las baldosas hundidas, para después escapar, haciendo caso omiso a las recomendaciones de la tía: porque "no tenés que mojarte, a ver si te resfrías nena… si querés salir, tenés que ponerte el piloto y las botas”, decía. Yo no la escuchaba. El piloto quedaba tirado y las botas también... eran tan molestas... Si lo más lindo era mojarse, sentir la ropa pegada al cuerpo y los pies bailando esa danza que a pesar de múltiples intentos, jamás he podido repetir. Ese era mi ritual, un ritual obligado que transformaba mis días igualitos y rutinarios en casi una fiesta, y a pesar de haber sido desobediente, la tía accedía, benévola y me permitía disfrutar, hasta que mi fiesta terminara. Luego, con un gesto, me invitaba a entrar, y a falta de reto estaba el baño caliente, y el abrigo para ser cambiado por el que había quedado empapado. No había discusiones ni enojos, no había miradas hoscas ni berrinches. Yo reía, la tía reía, y la risa y sus brazos abiertos en U alcanzaban para dejarme comprender que el momento de jugar había terminado: yo corría y la sujetaba, mientras ella, también me sujetaba; su ternura me envolvía, su calor me secaba, y el plato de sopa caliente me esperaba sobre la mesa. La silla alta con el almohadón gordo y mullido, me elevaba unos cuantos centímetros, sin embargo, aún así, mis piernas colgaban y quedaban (a mi parecer) muy lejos del piso. Ésa era entonces, mi visión del mundo. Desde ahí, desde el fondo de ese patio, yo crecí mientras soñaba. No había tablet, ni celulares. Las historietas y los sonidos cotidianos eran la sorpresa y el entretenimiento del día. Las formas de las nubes una atracción; podían resultar divertidas, temerarias, o incomprensibles. La fantasía fue mi compañera, y en la pequeña cocina de mi tía, la del corazón grande, mi infancia transcurríó feliz. El tiempo pasó, y nuevos otoños con nuevos colores pintaron mi cielo, nuevas nubes me regalaron nuevas formas. Cuando estoy segura que nadie me ve, a solas, vuelvo a saltar con los pies juntos, sobre algún charco, en alguna vereda rota con el anhelo de recuperar las sensaciones de mi niñez. Es entonces que me convenzo: aunque me esfuerce nunca más dejaré de sentir esta nostalgia que me envuelve cada vez que cae la lluvia.


Stella Maris Riera, Argentina(1958) - Psicoanalista - Contadora de Historias


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