EN PRESENCIA DE UNA ADICCIÓN LOS ROLES
EN LA FAMILIA SE VUELVEN DISFUNCIONALES.
1- El rescatador
Este miembro es quien pretende salvar al adicto. Es el que
intenta justificarlo, paga sus deudas, inventa excusas para protegerlo de las
consecuencias que podrían producir sus errores. Es quien quiere resolver las
crisis que acontecen por las conductas del adicto y pretendiendo ayudarlo,
contribuye a que la negación de la patología continúe. El adicto se engaña y
sólo o valiéndose de “rescatador”,
también engaña a su entorno. De este modo la vida transcurre como si nada
ocurriera y la adicción no existiera. En este punto es donde estamos
acostumbrados a escuchar: “yo lo manejo, lo controlo, lo uso cuando quiero” etc.
etc. Mientras tanto, la ceguera continúa…
2- El cuidador
Es quien realiza todas las tareas y
asume todas las responsabilidades con el fin que el adicto se vea liberado de
ellas. En consecuencia se carga con responsabilidades que no le competen,
asumiéndolas como propias. Pero ocurre que este “amor incondicional” se le
empieza a volver en contra. Poco a poco comienza a sentir el peso de esta
carga. Su cuerpo se cansa, su espíritu se doblega. Cae en el estrés. Y a pesar
de todos los esfuerzos que hace, el adicto continúa en su inercia y lo que es
peor, amparado por esta conducta compasiva, día a día se aleja un paso más de
la toma de conciencia que podría ubicarlo en el camino hacia la recuperación. Penosamente,
con ello, el deterioro va en aumento.
3- El rebelde
A quien cumple con esta función también
se lo llama oveja negra. Es el miembro que intenta desenfocar a la
familia. Atrae la atención sobre sí mismo y de esta manera todos pueden volcar
sobre él su enojo, y su frustración.
4- El héroe
Del mismo modo que el miembro al que
llaman “el rebelde”, éste, “el héroe”, pretende desenfocar a la familia. Su
propósito también es desviar la atención que se deposita en el adicto; sólo que
los recursos que utiliza para hacerlo, son diferentes.
5- El
recriminador
Éste es el miembro que señala, culpa
al adicto de todos los problemas de la familia. ¿Consigue algo? Sí, hacerlo
montar en ira, ponerlo en franca oposición con el grupo familiar y finalmente
alejarlo. Si de lo que se trata es que pueda abrirse a la palabra, con esta
actitud se consigue todo lo contrario: silencio, indignación. Pensamientos del
estilo: “mi familia no me entiende”, “de todo tengo la culpa yo” harán que su
enojo crezca y encontrará la excusa perfecta para seguir consumiendo.
6- El desentendido
Cuando hablamos del desentendido tenemos
que pensar, al menos en lo que respecta a las adicciones, que se trata de una
máscara. Como ya dijimos otras veces, esconde a la vez que muestra. Muestra
desinterés pretendiendo mantenerse alejado de las discusiones familiares, y con
ello del sufrimiento. Esconde tristeza por la persona amada, frustración por no
conseguir hacer nada que logre modificar la situación, y decepción ante cada
nueva recaída. Todas estas son sensaciones que el pretendido desentendido no es
capaz de expresar.
7- El disciplinador
Como su palabra lo indica, este miembro
cree que lo que está faltando en esta familia, es disciplina. Por ello
confronta al adicto verbalmente, pretende doblegarlo en sus conductas y si con
lo que le dice no alcanza (y por supuesto no alcanza) puede llegar hasta a
abordarlo físicamente ¿Qué pasa con este miembro? La situación lo supera y
queda ubicado en rol desagradable. La ira, la frustración, la culpa son sólo
algunos de los sentimientos que alberga este miembro que recurre al orden para
intentar modificar aquello que sólo el adicto, tratamiento mediante, logrará
modificar.
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