lunes, 9 de marzo de 2015

Las muertes olvidadas

Sublimar es Sanar
En la esquina de casa, día a día, entre cuatro y cinco chicos, se juntan y arman el picadito. Al verlos recuerdo a otros chicos, en otro tiempo, que estuvieron ahí, sentados bajo el techo de la vieja fábrica; la misma que hoy avanza su malvada estructura hacia delante, decayendo eternamente, con su pico de pájaro que llora en cada lluvia el dolor del olvido. Sus paredes húmedas aún conservan los viejos graffitis. Cierro los ojos, me parece verlos: ellos están sentados, sus espaldas se apoyan, sus cabezas cuelgan, sus piernas se abren en V y casi disciplinados forman una hilera larga y sinuosa; se acompañan, se ríen, disfrutan el letargo de sus días y en esa insensatez adolescente, pretenden sobresalir, mostrarse, ser diferentes y alcanzar una identidad, algunas veces lograda, otras, fallida. En esa búsqueda, penosamente, alguno de ellos ya se han ido. Hoy los recordé; me puse triste; por eso elegí pensarlos sentados en alguna parte, con las piernas abiertas en V, riendo a carcajada fuerte, y ahora, ya libres de todo riesgo, felices.



Stella Maris Riera, Argentina (1958) - Psicoanalista, Contadora de Historias. 

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