Sublimar es Sanar |
Todo se produjo en
escasos segundos: el cielo pasó de celeste a gris e inmediatamente a un negro
absoluto, casi tan absoluto como imagino ha de ser la nada. La tardecita de ese día, se
oscureció, el viento empezó a mover con vehemencia las ramas de los árboles, que se balancearon en un loco vaivén. Al principio, fueron escasas gotas,
solitarias, aisladas. Luego una cortina de agua inundó la ciudad, y llovió. Llovió
con tanta fuerza, que creí ver algún alma, enviándome señales. Mientras tanto,
el locutor del noticiero comentaba las imágenes: la ciudad había comenzado a
ser un destrozo. Llovió intensamente, una hora, o tal vez fueron dos (ya no lo recuerdo) lo que sí recuerdo, es que de súbito, el temporal cesó, y como si nada hubiera
ocurrido, el arco iris apareció, radiante, a la vista de todos. Sin más… las puertas de las casas se abrieron, un
niño salió y fue a llamar a otro, y otro a otro, y saltando por sobre algún árbol
caído, pelota en mano, se armó el partido. Imposible resistirse a ese arco,
enorme e intensamente colorido, que se plantaba irreverente en el cielo. Un
cielo que de manera absurda, persistía en su gris.
Stella Maris Riera,
Argentina (1958) – Psicoanalista – Contadora de Historias
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