La Organización Mundial de la Salud (OMS)
define la obesidad basándose en lo que se conoce como el índice de la masa
corporal. Ésto es el cociente que resulta de la estatura y el peso de un
individuo al cuadrado. La obesidad se caracteriza por la acumulación de grasa
en exceso y tejido adiposo en el cuerpo. Es un factor de riesgo, y puede
predisponer o asociarse a otras enfermedades.
La medicina la ubica entre las enfermedades crónicas resultando
importantes los antecedentes familiares. Está ligada a la vida
sedentaria y al consumo de comidas rápidas (más conocidas como comida
chatarra). Puede producir hipertrofia (aumento de tamaño del tejido
debido al aumento del tamaño de las células que lo forman) o bien hiperplasia
(en este caso lo que aumenta es el número de células y no su tamaño).
El psicoanálisis ubica a la
obesidad (junto a la anorexia y la bulimia) entre los Trastornos de la
Alimentación.
Se sabe que las causas “siempre” son
multifactoriales por lo cual se pretende no perder de vista al “sujeto y su
entorno”.
Así los profesionales del Instituto
Oscar Masotta (IOM) dicen
que “en una sociedad de consumo que ofrece infinidad
de objetos tecnológicos como un modo de satisfacer las necesidades, cualquier
producto es capaz de convertirse en objeto de consumo, inclusive las mismas
personas”. Desde
este lugar se piensa al sujeto como consumidor-consumido.
Teniendo en cuenta estos aspectos, resulta
inevitable mencionar los factores sociales: la marginalidad, la pobreza, los
escasos recursos influyen directa e indirectamente sobre el sujeto y su forma
de vida.
Una alimentación azarosa, con falta de
proteínas y nutrientes y con exceso de hidratos de carbono, favorecen el
aumento de peso. Mientras tanto las harinas hacen su parte y transforman a
estos alimentos en verdaderas sustancias adictivas.
El psicoanálisis amplia aún más la mirada.
Se entiende que cuando un sujeto consume,
en este caso, en la comida (con suerte) diaria, no solamente está satisfaciendo
su necesidad sino que aquello que consume le brinda placer, aunque desde mi
lugar, al menos en estos casos, prefiero hablar de goce. El goce, para poder
explicarlo con palabras sencillas, diría que tiene que ver con ese plus que va
“más allá del placer” y que ubica a la persona, aún cuando ni siquiera se da
cuenta, más del lado del malestar que de la salud, la lleva a la repetición y
la deja anclada en un lugar del cual le resulta complicado salir.
Deste el punto de vista psicoanalítico se
encara el tratamiento de la obesidad dándole relevancia a la función de la
ingesta (compulsiva) del alimento. ¿Podríamos pensarla como una adicción? Se trata de sacarla a la luz, saber “qué
función cumple la ingesta para ese sujeto”. Sin embargo,
por supuesto de más está decir, el tratamiento “siempre” ha de ser
multidisciplinario.
Para nosotros, los psicoanalistas, se
trata de un tratamiento de un sujeto singular, donde cada quien, en el momento
oportuno, podrá encontrar y construir sus propias respuestas.
Pensar, renunciar a los antiguos
hábitos, aceptarse, re construirse, quererse.
Comenzar a avanzar, dejando “la
satisfacción de la necesidad” para poco a poco ir abriéndose a la palabra,
transformarse en un “sujeto de deseo”. Cuando ésto suceda, la alimentación
habrá dejado de ser gozosa para ser placentera.
Stella Maris Riera -
Psicoanalista - Universidad de Bs. As.
Atención del Niño y su
Familia
Atención individual del Adolescente y del Adulto
Dirección de correo electrónico: lic.smriera@yahoo.com.ar
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