"Mujeres con pájaros" Walasse Ting |
Creo que todo comenzó
aquella vez que mi temperatura llegó a 39. Parece que mis arterias se
engrosaron y mi sangre se endulzó. Cuando acudí al médico y me preguntó
los síntomas le dije que en mi pecho anidaban alondras, que yo sentía su aleteo
y su canto. Le dije que al principio fue una, sólo una; que entraba y que salía
por el hueco de mi oído, que deambulaba solitaria, y transportaba vaya a saber
qué.
Pero claro, no me
comprendió. Desconcertado llamó a su colega quien de inmediato, también quiso
conocer mis síntomas. Entonces le conté de aquel día que mis poros se
agrandaron, es más le expliqué que seguro fue cuando llegó ella, intentando
pasar desapercibida para no ser descubierta, pero yo estaba atenta, y a pesar
de su sigilo igualmente la sentí. Sé que permaneció por meses en ese nido que
yo había intuido estaban gestando en mí. Le repetí que yo sentía sus
movimientos y que recuerdo perfecto cuando una nueva voz comenzó su piar.
Sin embargo, a pesar
de mi esfuerzo por ser clara y precisa, este médico tampoco comprendió. Juntos
resolvieron que sería un desprestigio dar crédito a semejante locura. Así que
con la mejor cara de científico afianzado en su supuesto saber, y mucho antes
que yo tuviera oportunidad de hacer pregunta alguna, anticiparon un
diagnóstico: “usted no tiene nada”, “a lo sumo se trata de estrés o puro
cansancio”. Desconfiada, me marché.
Pasaron unos meses hasta aquel día en que el sol amaneció redondo y caliente como esos platos de sopa que supe tomar en mi niñez.
Pasaron unos meses hasta aquel día en que el sol amaneció redondo y caliente como esos platos de sopa que supe tomar en mi niñez.
Mi cuerpo por un
instante se puso aún más febril y algo se arremolinó en mi interior. Mi corazón
comenzó a latir con fuerza y me estremecí.
Sentí nuevamente ese
aleteo del que le había hablado a los médicos y con el que pretendí
convencerlos de lo que, para entonces, parecía que sólo yo podía comprender;
pero esta vez era muchísimo más rápido e intenso.
Un sonido estremecedor
me ensordeció. Entonces, un impulso incontenible me llevó a abrir de par en par
las ventanas. Y no sabría decir cómo pero, cuando absorta levanté la mirada, mi
cielo estaba lleno de alondras.
Sí, estoy segura; fue
justo en el instante en que mi pecho explotó.
Stella Maris Riera, Argentina (1958) - Psicoanalista - Contadora de Historias
Las imágenes pertenecen al artista Walasse Ting
Sus pinturas son ricas en colores. Mujeres desnudas, gatos, pájaros y otros animales fueron temas típicos del arte de Ting. Nació en China en 1929. Abandonó China en 1946 y vivió un tiempo en Hong Kong. Luego se mudó a París en 1952. Luego se mudó a EE.UU. donde empezó como un artista del arte abstracto, pero la mayoría de sus obras desde mediados del los años 70 han sido denominadas "figuratismo popular". Son obras de grandes áreas de color pintados con colores acrílicos.Fue autor de 13 libros. Sus obras se pueden ver en las colecciones de varios museos. A veces se utiliza su nombre chino "丁雄泉" o se utiliza una de sus traducciones: Ding Xiongquan o Ting Hsiung-ch'uan. Falleció en Nueva York el 17 de mayo de 2010 a la edad de 80 años.
Esta información fue tomada de http://es.wikipedia.org/wiki/Wikipedia:Portada
Otras obras del artista tomadas de la siguiente página community.ebay.com
"En mi pecho anidaban alondras" es el primer microrrelato correspondiente a "Trilogía Final"
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